NIEBLA
NIEBLA
Corresponde a una nubosidad situada a ras de suelo. Cuando el aire se enfría, se condensa en forma de gotitas que producen nubes o niebla, según que el proceso tenga lugar en las capas altas de la atmósfera o cerca del suelo.
Los meteorólogos hablan de niebla cuando el número de gotitas impide la visibilidad a menos de un kilómetro. Casi siempre las nieblas van asociadas a una atmósfera estable, con inversión de temperatura y enfriamiento del aire en sus capas bajas. Se llaman de irradiación cuando es la pérdida de calor del suelo la que enfría las capas de aire más próximas en días de situación anticiclónica. Al no haber movimientos convectivos, la estratificación del aire hace que la temperatura en vez de disminuir con la altura crezca hasta un estrato superior donde se sitúa la inversión. Su alto contenido de humedad y sus bajas temperaturas facilitan que sean bastante persistentes, pudiendo durar incluso varios días. Cuando la inversión ha sido poco potente tienden a disiparse a lo largo de la mañana. Son de advección cuando van asociadas a la llegada de aire húmedo que entra en contacto con suelos más o menos fríos. Las de tipo frontal suelen formarse con la llegada de una cuña de altas presiones después del paso de un frente frío, bien delante de los cálidos, o a su paso. Ambos tipos pueden presentarse en cualquier época del año, si bien el segundo es más frecuente en la época otoñal. Cuando son persistentes, las zonas situadas por encima de ellas suelen registrar temperaturas mínimas menos frías y máximas más elevadas que las cubiertas por la niebla.
En la parte noroccidental de Navarra las nieblas más frecuentes son las de advección cálida asociadas a corrientes poco sensibles del S o SO, especialmente en otoño. Importantes son también las de tipo frontal y prefrontal durante la primavera. En las cuencas prepirenaicas la mayor frecuencia corresponde a las de irradiación en invierno y las advectivas en otoño. En esta zona, y mucho más en la Navarra Media y Ribera, las de frente cálido apenas son apreciables, debido al efecto foehn que se crea. En estas últimas predominan las de irradiación asociadas a frecuentes inversiones térmicas, que a su vez se ven reforzadas por la abundante humedad proveniente del río Ebro y de los regadíos. En la Navarra atlántica su frecuencia es de algo más de 80 días al año y generalmente tienen corta duración, ya que desaparecen a medida que avanza el día. Las Cuencas se ven afectadas por un menor número de días, tanto menos cuanto más hacia el este: 18 en Pamplona y 11 en Artieda. En la Navarra Media y Ribera se da un promedio de 23-25 días al año, a la vez que son mucho más persistentes y pueden permanecer varios días. Cabe destacar que mientras un día de niebla puede afectar a toda la Ribera, este mismo día puede cubrir también toda la Navarra Media, sólo una parte o lucir el sol en toda ella. Todo depende de la potencia de inversión instalada en la comarca más meridional. Los valles pirenaicos son los menos afectados por este fenómeno, con promedios que oscilan entre 5 días para los occidentales y tan sólo 2 para los orientales. Su altitud les sitúa por encima del nivel normal de formación. La época de mayor frecuencia para todo el territorio se presenta en los meses invernales, especialmente en los de noviembre y diciembre, salvo en la parte noroccidental, donde tienden más a épocas equinocciales. En los valles cantábricos pueden alcanzar valores importantes, incluso en verano, si bien de escasa persistencia durante esta época.