NAVARRERÍA, GUERRA DE
NAVARRERÍA, Guerra de
Contienda desarrollada en Navarra entre mayo y septiembre de 1276 que enfrentó al gobernador del reino. Eustaquio de Beaumarchais, y a los burgos de San Cernin y San Nicolás de Pamplona con el bando nobiliario de García Almoravid y la ciudad de la Navarrería.
Las causas de este enfrentamiento que terminó revistiendo carácter de guerra civil, hay que buscarlas en una larga serie de circunstancias que vivía Navarra en torno a 1274. En primer lugar, como causa remota, la hostilidad entre los burgos de Pamplona, manifestada ya a fines del siglo XII. Los privilegios económicos de los núcleos francos, las necesidades de expansión de su recinto y las disputas jurisdiccionales entre el rey y el obispo, señor de la ciudad, habían producido ya serios conflictos en tiempos de Sancho el Fuerte y Teobaldo II. La unión de los burgos en 1266 fracasó pocos años después, reinando Enrique I.
Como causa próxima de la guerra actuó el problema sucesorio, planteado a la muerte de Enrique I en 1274. Ante la minoría de edad de Juana I, los estamentos del reino optan por la vinculación dinástica con Aragón (otoño de 1274). Con esta postura se trataba de evitar la presión de los gobernantes franceses, presente en los reinados anteriores, y las arbitrariedades contra las leyes tradicionales de Navarra. Dentro de la nobleza se perfilaban sin embargo un partido procastellano, dirigido por el ricohombre García Almoravid, rival del gobernador Pedro Sánchez de Monteagudo. Por último, la reina viuda Blanca de Artois y sus consejeros champañeses, se inclinaban hacia Francia, adonde llevaron a la pequeña soberana.
Alfonso X, al contrario que Jaime I, intervino militarmente en Navarra, tomando Mendavia (noviembre de 1274) y sitiando por dos veces Viana. Esta actitud le enajenó las simpatías de los navarros, y como el rey de Aragón no quería defender por la fuerza sus derechos, triunfó la candidatura francesa. Juana fue prometida al hijo del rey de Francia y quedó bajo la tutela de Felipe III (mayo de 1275).
Desde este momento Pedro Sánchez y García Almoravid aparecen claramente enfrentados. A sus diferencias personales y políticas se unía ahora el apoyo que el segundo presentaba a la Navarrería en su actitud belicosa frente a sus vecinos de San Cernin y San Nicolás. El gobernador no pudo sofocar estas discordias y abandonó su cargo. Su sucesor fue un francés, Eustaquio de Beaumarchais (diciembre de 1275), que inicialmente pareció contar con el apoyo de los dos bandos.
En los primeros meses de su mandato su mayor atención se centró en buscar aliados contra Castilla en las filas de la nobleza rebelde a Alfonso X. Después quiso apaciguar las banderías urbanas. La Navarrería rechazó su intervención, con el apoyo del obispo y del cabildo. García Almoravid logró atraerse a su causa a Pedro Sánchez de Monteagudo, y en franca rebeldía contra el gobernador francés, solicitaron la ayuda de Castilla. Otra cuestión dinástica alejó entonces la posibilidad de que Beaumarchais se entendiera con Castilla: el rey Felipe III de Francia apoyaba a sus sobrinos, los infantes de La Cerda, cuyos derechos a la corona habían sido conculcados por Alfonso X.
Fracasada una conspiración para eliminar a Beaumarchais, utilizando como señuelo a los castellanos disidentes, la nobleza y la Navarrería se juramentaron contra el gobernador. Éste se refugió en los burgos y dio comienzo un sangriento enfrentamiento que se prolongó durante el verano de 1276. El provenzal Anelier de Toulouse, testigo presencial de los hechos, dejó una descripción de la contienda en su poema La guerra de Navarra. En él se reflejan paso a paso los preparativos militares, el fracaso de altos eclesiásticos del reino en lograr un apaciguamiento, y cada una de las vicisitudes bélicas: los asaltos a las fortificaciones, la tregua de comienzos de julio, las batallas campales, las escaramuzas cotidianas.
Beaumarchais pidió ayuda al rey de Francia. Gastón de Bearne, enviado por éste, consiguió una tregua a finales de julio. Mientras, se producían deserciones en las filas nobiliarias. Corbarán de Vidaurre logró pasarse al bando del gobernador, pero Pedro Sánchez de Monteagudo fue descubierto cuando iba a intentarlo y asesinado por orden de García Almoravid.
Los enviados de Felipe III regresaron a Francia y sus informes aceleraron la intervención de un ejército expedicionario mandado por el condestable de Francia Imbert de Beaujeu, Roberto de Artois, tío de la reina Juana, y Gastón de Bearne. Las tropas francesas llegaron a Navarra en los primeros días de septiembre. Por las mismas fechas entraban los socorros castellanos, pero se detuvieron en el Perdón y no llegaron a intervenir en la lucha. Sitiada por los expedicionarios, la Navarrería resistió hasta finales de septiembre. Cuando la situación se hizo insostenible, García Almoravid, Gonzalo Ibáñez del Baztán y sus partidarios salieron secretamente de la ciudad por el puente de La Magdalena, que uno de los sitiadores, quizá Gastón de Bearne, había dejado deliberadamente desguarnecido.
Abandonados por sus jefes, los vecinos de la Navarrería quedaron a merced de las tropas francesas. Éstas saquearon la ciudad matando a los hombres, violando a las mujeres y profanando la catedral. El templo perdió su rico tesoro y sus dependencias quedaron destrozadas. Los prisioneros fueron conducidos a los burgos, donde el gobernador los hizo ajusticiar. Toda la Navarrería quedó arrasada e incendiada.
Felipe III se había quedado en Sauveterre esperando el desenlace de la operación. Cuando supo el éxito de su ejército, regresó a París, sin atacar Castilla. Sucesivamente las tropas francesas sometieron los focos de resistencia dentro de Navarra: el fuerte de San Cristóbal, Mendavia, Punicastro, Estella y Monreal. Esta operación indica que el bando nobiliario contaba con fuerte apoyo fuera de la Navarrería. Los nobles que se habían enfrentado a Beaumarchais fueron perseguidos y sus bienes confiscados, a pesar de la amnistía que figuraba en la paz con Castilla de noviembre de 1276. La documentación destaca los nombres de García Almoravid, Gonzalo Ibáñez del Baztán, Juan González, su hijo, y Juan de Vidaurre. En las cuentas de 1280 figuran además como banidos Fortún e Iñigo Almoravid y Juan y Gil de Vidaurre. Los tenentes de las fortalezas del reino debieron prestar homenaje de fidelidad a la reina en los últimos meses de 1276 y primera mitad de 1277. Pese a las reclamaciones episcopales, la Navarrería quedó abandonada y no empezó a reconstruirse hasta 1324.