NAVARRA, PEDRO DE
NAVARRA, Pedro de
(Estella, ?-28.8.1567). Llamado también Pedro de Albret o Labrit, hijo natural de Juan de Albret, último rey de Navarra, y de María de Ganuza, vecina de Estella. Estudió en el monasterio benedictino de Irache, Estella, San Pedro de Cardeña y Sahagún. En 1512, año de la conquista de Navarra por las tropas de Fernando el Católico, pasó con Juan y Catalina, al Bearne. Unos años más tarde asistió como alumno a un centro literario que se reunía en la casa de Hernán Cortés, en Valladolid, donde hacia el año 1540 tuvo un hijo natural, al que se le conoce como Basilio de Labrit y Navarra. En Francia concurrió (1544) a la Academia de su primo el cardenal Jorge de Armagnac.
Tres aspectos abarcan su actividad pública: recobrar el reino de Navarra para su hermano y para sus sobrinos; su inconformismo con Juana de Albret, debido al fanatismo hugonote de ésta, y su actividad literaria.
Grandes fueron los trabajos que se tomó para que, primeramente su hermano Enrique II y después sus sobrinos Juana de Albret y Antonio de Borbón recobrasen el reino de Navarra o al menos fuesen reconocidos como reyes de Navarra francesa obteniendo una compensación por parte del rey de España. Trento, Flandes, España y Roma fueron los destinos de sus reiterados viajes, si bien en algunos de ellos le movía también la consecución de alguna prebenda personal, como el acceder al priorato de Roncesvalles, que aseguraba haberle otorgado el emperador Carlos V; este pretendido derecho nunca fue reconocido por Felipe II, quien rechazó todas sus solicitudes para que fuesen reconocidos los derechos de sus sobrinos a la corona de Navarra.
Más éxito tuvo Pedro de Navarra en Roma. Tras varias tentativas, el papa Pío IV lo recibió en consistorio público el día 14 de diciembre de 1560 como embajador de los Reyes de Navarra, que comenzaron a ser vistos en la cancillería pontificia con el mismo rango que los otros soberanos europeos, aunque, realmente, lo que movía a Pío IV a tomar aquella determinación era el ganarse para la causa católica en Francia a los calvinistas doña Juana y don Antonio.
Como premio al éxito de sus gestiones, sus sobrinos obtuvieron para él en 1561 el obispado y condado de Comminges, en la Gascuña. Desde su elevación al episcopado se apreció en don Pedro un progresivo alejamiento de sus actividades políticas. Como obispo, participó, aunque brevemente, en el concilio de Trento; firmó las actas de la sesión XXIII, el día 15 de julio de 1563, como “Petrus Alebretus, episcopus Convenarum, hispanus”.
Mientras se hallaba en Trento, su sobrina doña Juana desencadenó una fuerte persecución contra su persona y su sede episcopal, alegando que se negaba a entregarle la parte convenida de sus rentas, pero en realidad contrariada porque don Pedro se negaba a engrosar las filas de los hugonotes. En varias ocasiones los hombres de doña Juana irrumpieron en tierras de Comminges, profanaron iglesias y mataron a fieles católicos; él mismo corrió serios peligros de muerte violenta.
Estas contrariedades le llevaron a renunciar a su obispado y retirarse a Estella.
Escribió 200 diálogos, de los cuales conocemos 54 impresos y algunos otros manuscritos. Entre los más famosos se cuentan: Diálogos de la eternidad del ánima, dedicados a Pío IV; Diálogos de la diferencia del hablar al escribir, dedicados al Conde de Lerín; y otros sobre Cual debe ser el cronista del Príncipe, materia de pocos aún tocada. A juicio de Juan M. Sánchez, Pedro de Navarra “fue un escritor puro y castizo, digno competidor de los mejores hablistas de su tiempo en nuestra lengua”. Al morir fue enterrado en la iglesia parroquial de San Juan.
Bibliografía
J. Goñi Gaztambide, Los navarros en el concilio de Trento, (Pamplona, 1947); L. Pastor, Historia de los Papas, tomo XVI, p. 132-134, (Barcelona, 1929); J. M. Sánchez, Bibliografía aragonesa del siglo XVI, tomo II, (Madrid, 1914); C. Gutiérrez, Españoles en Trento, (Valladolid, 1951); J. Contrasty, Histoire des evêques de Comminges, (Toulouse, 1940).