MUSEO
Están definidos internacionalmente como “instituciones de carácter permanente, sin finalidad lucrativa, administrados en beneficio del interés general de las comunidades, que recogen, adquieren, conservan, estudian y exhiben de forma científica, didáctica y estética, con fines de investigación, educación y disfrute, conjuntos de bienes de valor cultural, señaladamente testimonios de la actividad del hombre y su entorno natural”.
Dentro del Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Navarra, y adscrita a la Institución Príncipe de Viana, existe la Sección de Museos y Patrimonio arqueológico, con sede en el Museo de Navarra, cuyo principal objetivo es la promoción de sus actividades dentro de nuestro territorio, como una parte importante de la labor cultural desarrollada.
Para cumplir esta finalidad se ha creado la Red de Museos que agrupa las diversas colecciones y museos promovidos por ayuntamientos, instituciones religiosas y particulares. A todos ellos se ofrecen ayudas económicas para realizar, mejorar o mantener las instalaciones, además del apoyo técnico de asesoramiento a través del personal facultativo del Museo de Navarra, que es actualmente el único museo propiedad de la Comunidad foral.
En 1989 existían en Navarra los siguientes museos: Museo de Arte Sacro de Corella, Museo de Arte Sacro de Roncesvalles, Museo Diocesano de Pamplona, Museo Etnográfico de Arteta, Museo Gustavo de Maeztu de Estella, Museo del monasterio de Tulebras y Museo de Navarra.
Se hallaban en fase de formación varios museos como el de Javier, que recoge las obras artísticas existentes en el Castillo, así como recuerdos de los viajes de San Francisco Javier.
También para rendir homenaje a otro ilustre navarro, se inició en 1989 la adecuación de la Casa-Museo de Gayarre, en Roncal, con motivo del centenario de la muerte del artista.
En la ciudad de Estella se hallaban en fase de formación dos museos: el del pintor Gustavo de Maeztu, y el Museo de retablos, instalado en la iglesia de Santo Domingo.
Por otra parte, en Tudela se estaba iniciando un proyecto de museo, y para ello se ha adquirido un espléndido palacio del siglo XVI, solar de la familia del marqués de San Adrián.
También se esperaba la apertura al público del museo monográfico del yacimiento arqueológico de Andelos.
Museo de Arte Sacro de Corella
Emplazado en el Monasterio de la Encarnación, antiguo cenobio de benedictinas, erigido por mandato del ilustre corellano Pedro de Baigorri, en 1659. Una Casa de Cultura y Biblioteca, con más de 30.000 volúmenes, se añaden al ala sur del edificio. Fue creado por iniciativa de José Luis de Arrese y de la Fundación del mismo nombre, constituida en 1973. Su primer conservador fue Agustín Fernández Virto. Constaba de once salas en 1985.
Guarda una colección de lienzos, esculturas y piezas de diversa índole, entre las que deben destacarse las siguientes: un Cristo a la Columna, de principios del siglo XVIII, atribuido a Gregorio Fernández y Juan de Valmaseda (Sala I); dos tallas hispano-flamencas, una de Santa Quiteria (s. XV) y otra de S. Sebastián (s. XVI), de escuela aragonesa (Sala II); un retablo manierista de San Roque (fines s. XVI), ejecutado por Martín Morgota (Sala IV); dos lienzos de retablo de Claudio Coello, representando las bodas místicas de Santa Gertrudis y el martirio de San Plácido (1680-83) (Sala VI); un relieve de alabastro de la Caridad, procedente del desaparecido hospital de Alcalá de Henares, flamenco del s. XV, del círculo de Gil de Siloé (Claustro Bajo); un San Francisco de Asís, de Vicente Berdusán* (1633) y otros tres que le son atribuidos, más un busto de San Pedro Nolasco, del italiano Pier Anonio Colici (1725), de la antigua iglesia de La Merced de Corella (Claustro Alto); los lienzos de la Virgen del Rosario y de Judit con la cabeza de Holoformes, del pintor corellano Antonio González Ruiz* (1773 y 1771); una interesante colección de pintura sobre tabla del siglo XVI, originaria de Rafael Pertús y Juan de Lumbier o de su círculo (Sala X). La Sala XI está dedicada a pinturas de los siglos XVII a XIX, entre las que cabe destacar una Apoteosis de Cristo, de Conrado Giaquinto, un Nacimiento pintado en el círculo de Bayeu, una Asunción y una Coronación de la Virgen, de Antonio González Ruiz, todas obras del siglo XVIII. Completan el conjunto expositivo una serie de ornamentos e imágenes de los siglos XVI a XVIII (Salas III, V y IX).
Museo de Arte Sacro de Roncesvalles
Propiedad de la colegiata de Roncesvalles. El gobernador civil de Navarra, Jesús López Cancio, inició la obra en 1966. La Diputación Foral de Navarra y el cabildo de Roncesvalles inauguraron el Museo en 1982. Consta de una única sala con secciones de orfebrería, tallas, tablas, lienzos, numismática, libros, etc. La sección de orfebrería reúne en seis vitrinas las mejores piezas del Museo, y abarcan cronológicamente desde el siglo XIII al siglo XX. Destacan entre ellas: Un Evangelio de plata, románico, de 1200 aproximadamente; un Ostensorio del siglo XIX, en plata dorada y con punzón SASA y Pamplona; Arqueta de plata dorada de filigrana, gótico-mudéjar, de final del siglo XIII; Relicario conocido como “Ajedrez de Carlomagno”, pieza de plata dorada y esmaltada sobre alma de madera, de estilo gótico de mediados del siglo XIV, con punzón de Montpellier (rectángulo que contiene treinta y dos casillas que guardan reliquias, separadas por treinta y un rectángulos esmaltados); Esmeralda llamada de Miramamolín, considerada como trofeo de Sancho el Fuerte ganado en las Navas de Tolosa.
En la sección de pintura destaca el Tríptico del Calvario, obra centroeuropea de la escuela de El Bosco.
Dos relieves de madera romanistas, con policromía moderna (comienzos del siglo XVII), obra de Ramos y de Echenagusia, procedentes del antiguo retablo mayor de Roncesvalles, forman parte de la sección de escultura. También se encuentran allí una talla de San Miguel, renacentista, tres Vírgenes con el niño procedentes de la parroquia de Azparen, una talla de San Miguel, renacentista del siglo XVI, etc.
En la sección de libros y manuscritos, con dos vitrinas, destacan: De Destructione vitiorum, Cartas de Phalarido Agrigentino al ilustre Príncipe de Malatesta, ambos de 1496, La Preciosa (colección de manuscritos de los siglos XII, XIII y XIV), una Biblia Sacra impresa en Amberes en 1520, etc.
Museo Diocesano de Pamplona
Para exponer las principales obras de arte del tesoro de la Catedral y de muchas iglesias de Navarra fue creado el Museo Diocesano en 1960, con el asesoramiento de Jorge de Navascués, por iniciativa del entonces deán y primer director del Museo, Juan Ollo, a quien sucedió Jesús M.ª Omeñaca.
Está situado en la catedral de Pamplona*, en el refectorio, dormitorio y dependencias anejas, donde vivieron los canónigos en comunidad bajo la regla de San Agustín entre 1086 y 1860. Se accede a él desde el claustro por la Puerta Preciosa. Alberga obras de orfebrería de los siglos XII-XIX, a destacar, entre las catedralicias, el relicario gótico francés del Santo Sepulcro, enviado por el rey San Luis en 1258 a su hija Isabel, esposa de Teobaldo II; el relicario del Lignum Crucis, con valiosos esmaltes, regalo de Miguel Paleólogo a Carlos III en 1401; el relicario de la Santa Espina, del s. XV; la Custodia del Corpus y su templete, obra realizada en Pamplona a fines del s. XV, por su riquísima iconografía eucarística; y cruces parroquiales navarras del XII al XVI, entre ellas las de Monjardín y Arazuri.
También obras de pintura de los s. XIV a XIX, tablas de retablo como las de Iroz (de Juan de Bustamante) o Peralta (de Van Dyck) y los retablos mismos, como el de Barbarin (de León Picardo).
En escultura destaca la extensa colección de tallas marianas románicas y góticas de los siglos XII-XVI; tallas de santos medievales y góticas: un Calvario de Urzainqui (principios del XIV), el Cristo de Eguiarreta (del XIII) y figuras de Ganuza (de P. Imberto, 1596); el retablo gótico catedralicio “de las Navas” (s. XV), de procedencia alemana, y el sagrario de Ganuza en piedra; tallas de la Virgen, calvarios y tablas de retablo (como las de Orayen), santos (como los de Irache) y relieves del Siglo de Oro. A esta época pertenecen también los retablos de Larraya, Orbaiz, Zabal y Aldaz, así como el crucifijo que preside el refectorio, tal vez procedente del convento de Trinitarios de Pamplona. Del siglo XVIII es una gran talla de San Agustín (Sangüesa) y un belén popular de Mendigorría. Con intención didáctica se muestran ornamentos y objetos litúrgicos, como los portapaces con esmaltes del s. XVI de Ulzurrun y Ochovi. Sobresalen por su importancia los finos crucifijos de marfil de Muruarte de Reta, Turrillas, Ezperun, el de la sacristía de los canónigos de la catedral y el arcaico en piedra de Torralba.
El conjunto expositivo lo completan piezas en piedra, capiteles, sepulcros, estelas, pilas, etc. y mobiliario gótico, renacentista o barroco en madera. Permanece ordinariamente abierto al público desde el 15 de mayo al 15 de octubre.
Etnográfico de Arteta
Pertenece a la Fundación Mariscal D. Pedro de Navarra (para el progreso del saber popular) y se abrió al público bajo su auspicio el 22 de enero de 1984.
Los aspectos preferentemente tratados son la investigación de la cultura tradicional, divulgación, exposiciones, publicaciones y conferencias.
Ubicado en el Berrioplano hasta 1986, las piezas expuestas eran 733 y se extendían cronológicamente desde el siglo XII al XX. Están construidas en materiales muy diversos: madera, hierro, estaño, piedra, cerámica, algodón, lana, cuero, etc.
La distribución a través de las cinco salas que componen este Museo (que suman unos 400 m2 de exposición en planta), no está ordenada conforme a grupos de actividades, materiales o técnicas.
Las piezas proceden fundamentalmente de Navarra, pero también las hay de Huesca, Zaragoza, La Rioja, Guipúzcoa y la Baja Navarra.
Museo Gustavo de Maeztu
Muerto el pintor Gustavo de Maeztu y Ehitney en 1947 en la ciudad de Estella, y habiendo legado verbalmente a la ciudad un amplio capítulo de obras y pertenencias se creó con el llamado “Museo de Gustavo de Maeztu”, único específicamente de pintura existente en Navarra durante muchos años. De propiedad municipal, de acuerdo con el espíritu de la legación hecha por el pintor, fue dirigido durante la primera fase de su existencia por Francisco Beruete, desempeñando las labores de conservación el pintor José M.ª Oronoz y Félix Oteiza.
Está ubicado en el antiguo Palacio de los Reyes de Navarra, Palacio de los Duques de Granada de Ega, hasta que el estado de conservación del edificio, en 1973, aconsejó el traslado de las obras que en él se conservaban, el núcleo inicial de la legación más alguna obra conseguida por las gestiones de su Director en espera de la localización de un nuevo acomodo.
Después de una larga peripecia de incuria y abandono, la colección de obra y objetos diversos que formaron el núcleo fundamental del museo, tras pasar por la iglesia de Santo Domingo, fueron amontonados en los bajos del Ayuntamiento de Estella, sin ninguna protección ni cuidado, y parece que esta situación ha tocado a su fin y se han trasladado las obras al Museo de Navarra para su restauración, para que posteriormente y según acuerdo de la Diputación Foral de Navarra de 1981, vuelvan a ser ubicadas en el Palacio de los Reyes de Navarra en Estella, reconstruido en los últimos años por el MOPU y acondicionado para dicho fin por el decorador Fermín Echauri.
Según la última catalogación exhaustiva realizada por los expertos del Museo de Navarra, el conjunto que en su día sería expuesto al público contempla 152 óleos, (153 si se recupera una obra todavía sita en el Hotel de los Tres Reyes en 1984 y 154 si también se recupera una “extraviada” con motivo de una exposición madrileña) 252 obras gráficas, 35 litografías y una plancha litográfica, quedando también por recuperar una colección de planchas litográficas enviadas a Félix Alfaro Fournier, de Vitoria, para su restauración, en los años 1960, y al parecer también extraviada.
Museo del Monasterio de Tulebras
Dentro del monasterio de Nuestra Señora de Tulebras, y con objeto de hacer accesible al público la colección de arte que posee, se ha instalado un Museo con la ayuda del Gobierno de Navarra.
Está distribuido en tres salas, que exponen obras de pintura, escultura, orfebrería y algunos libros de coro.
En la primera sala se encuentran dos retablos del siglo XVI; el de San Bernardo y el de nuestra Señora del Rosario. Además hay un escudo, en madera policromada, con las armas del arzobispo cisterciense Fernando de Aragón (siglo XVI) el Sagrario del Retablo de la Dormición (fines del s. XVI) y cuatro libros de coro.
La sala segunda reúne las obras más importantes: el retablo de la Dormición, de traza manierista, obra de Jerónimo de Gosida (hacia 1570); La Tabla de la Trinidad, del mismo autor; El Retablo de San Francisco de Paula; El lienzo de la Inmaculada Concepción, del siglo XVII. Siete vitrinas contienen piezas de orfebrería.
En la sala número tres destaca la imagen articulada de la Virgen de la Cama (siglo XVII), junto a dos pequeñas tallas de la Asunción y de la Inmaculada. Además en el recinto llamado “Torre Romana” se exponen varios capiteles románicos y cuatro estelas discoideas funerarias.
Museo de Navarra
Una vez creada la Comisión Provincial de Monumentos de Navarra comenzó en el año 1860 la recogida de objetos y materiales, con el fin de establecer un museo. Esta labor inicial se debe a A. Campión, J. Altadill y F. Ansoleaga. Para ello escogieron el lugar más apropiado de Pamplona, la Cámara de Comptos Reales de Navarra, antigua ceca de la Ciudad y uno de los escasos restos civiles medievales que se conservan.
El Museo en este edificio fue inaugurado el 28 de junio de 1910. Más tarde, lo reducido del espacio y al aumento considerable de las colecciones hizo pensar en la necesidad de preparar una sede digna de la cantidad y calidad de los objetos acumulados.
A esta época corresponde la recuperación de la prensa de volante y troqueles de acuñación de la antigua Ceca de Pamplona, los mosaicos de Teseo, murallas e hipocampo que aparecieron en la ciudad, así como los restos arquitectónicos romanos, las sillas de montar góticas de Azagra, el sepulcro gótico de Tudela, etc., por citar algunas piezas más sobresalientes.
Al margen de la Comisión, el P. Escalada, desde Javier, realizó una búsqueda incansable de restos arquitectónicos en la zona que, custodiados en el Castillo, finalmente serían donados al Museo de Navarra. Con motivo de la guerra civil quedaron interrumpidas las actividades que se verían prontamente reanudadas en la post-guerra, con la creación en 1940 de la Institución Príncipe de Viana, cuya finalidad principal era la de proteger, restaurar e investigar el Patrimonio Artístico y Arqueológico de Navarra. Su primer secretario general y organizador fue José M.ª Lacarra, que en 1942 hubo de dejarlo para incorporarse a su cátedra de Zaragoza, siendo sustituido por J. E. Uranga.
En este período hay que destacar la colaboración de Cayetano de Mergelina, catedrático de la Universidad de Valladolid, que redactó una “Cartilla” arqueológica para distribuir por Navarra a fin de recoger y proteger los restos arqueológicos. Colaboraron Blas Taracena y Luis Vázquez de Parga, director y subdirector respectivamente del Museo Arqueológico Nacional, que durante casi diez años realizaron excavaciones y prospecciones en Navarra, dando como fruto no sólo sus importantes publicaciones, sino un cúmulo de materiales (mosaicos, cerámicas, etc …) que habían de constituir la mayor parte de los fondos arqueológicos del Museo. También la intervención a partir de 1952 de Juan Maluquer de Motes aportaría numerosas evidencias arqueológicas. Fue importante la labor de José Esteban Uranga, secretario general de dicha institución y finalmente director, que en el período que va de 1942 a 1970 fue coordinador e impulsor de todas las actividades de la Institución Príncipe de Viana, salvando y rescatando, con su intervención personal, numerosos bienes culturales que la desidia o la codicia hubieran hecho desaparecer y que hoy forman parte de los fondos del Museo de Navarra. Corresponden a esta época el ingreso en el Museo de los mosaicos de Liédena, de Ramalete (Tudela), la mayor parte de la colección epigráfica, los capiteles románicos de la Catedral de Pamplona, los relieves de Villatuerta, así como la importante colección de pinturas góticas murales de Gallipienzo, Olite, Artajona, Olleta, Artáiz, Pamplona, donadas por el Obispado y, las del siglo XVI del Palacio de Óriz, donación de la familia Ferrer.
El edificio en que se alberga el Museo es el antiguo hospital de Nuestra Señora de la Misericordia, en un extremo del casco viejo de la ciudad y contiguo a sus murallas. Grandiosa construcción de ladrillo terminada en el año 1556, según reza una cartela de su portada.
Del edificio primitivo quedaba solamente la fachada plateresca obra de Juan de Villarreal, en la que figura la fecha de ejecución: 1556. Este edificio siguió siendo hospital civil hasta 1925; sufrió toda clase de intervenciones, añadidos y cambios. Su adecuación como museo fue encargada a José Yárnoz Larrosa, arquitecto de la Institución Príncipe de Viana, que en 1950 añadió un nuevo cuerpo porticado en la planta baja que incluía la escalera de acceso a las distintas plantas.
El Museo de Navarra fue inaugurado con veintidós salas el 24 de junio de 1956, dirigiendo su instalación Joaquín M.ª de Navascués. En esta fecha se publicó la primera guía-catálogo. A partir de entonces se añadieron salas; así, en 1958 se abriría la Sala dedicada a la arqueología en Pamplona en la que, además de una maqueta de las excavaciones del arcedianato, se instaló una secuencia estratigráfica que suponía una novedad museística en aquel momento. También se montaban las salas XXIV y XXV con las pinturas murales del siglo XV, procedentes de Olleta. En 1959 se instaló el Salón de Actos y la Sala de Exposiciones, donde tendrían lugar posteriormente acontecimientos artísticos. En el año 1960 se realizó el montaje de la sala XXIII, dedicada a las pinturas murales de Artáiz (siglo XIII y XVI). En 1963, agotada la primera edición de la guía, se publicaba una segunda en la que se incluían las siete nuevas salas abiertas al público, así como los objetos ingresados, que habían sido instalados en las salas ya existentes. Entre 1964 y 1966 se instalaron las salas XXVII y XXIX, dedicadas a la pintura en tabla de los siglos XV y XVI así como la sala XXX, dedicada a la orfebrería y eboraria, con una pieza singular, cual es la arqueta hispano-árabe de marfil procedente de Leire. También en este período se abrió la cuarta del Museo con las salas XXXII, dedicada a cobres holandeses del siglo XVII, y XXXIII, a pintura del siglo XVII y XVIII, y la XXXXIV, dedicada al retrato del marqués de San Adrián, pintado por Goya (1804), provista de una serie de diapositivas a gran tamaño para observar los detalles de la pintura sin acercarse a ella, ya que estuvo protegida por sistema electrónico. Todas las salas citadas fueron inauguradas oficialmente el 5 de julio de 1967. Poco después estas nuevas instalaciones serían recogidas en la tercera edición de la guía del Museo, editada en 1969. En ella se incluían fotografías en color de las que carecían las dos anteriores. La cuarta edición se realizó en 1978.
De todo este contenido, conviene destacar algunas colecciones:
Restos del Paleolítico y Neolítico en Navarra, así como de las zonas dolménicas de Aralar, Urbasa, Roncal.
Objetos de la Edad del Hierro, procedentes de Echauri, Arguedas, Valtierra, Cortes de Navarra y Mendavia.
Serie romana y su colección epigráfica. Mosaicos de Pamplona, Liédena, Tudela y Villafranca. Restos de las excavaciones de la catedral de Pamplona.
Serie árabe, con restos de la mezquita mayor de Tudela, de mediados del siglo IX.
Arqueta hispano-árabe de marfil, procedente de Leire y realizada en Córdoba en el año 1005.
Relieves pre-románicos de San Miguel de Villatuerta (siglo X) y capiteles del claustro románico de la catedral de Pamplona (siglo XII).
Figuras góticas de Olite y cimborio de piedra de Metauten.
Pinturas murales góticas procedentes de Pamplona (Juan Oliver, 1330), de San Pedro de Olite (siglos XIII y XIV), de Artajona (Maestro Roque, 1340), de Gallipienzo (siglos XIV y XV), de Olleta (siglos XIV y XV) y de Artáiz (siglo XIII).
Pinturas murales renacentistas, del Palacio de Óriz, ejecutadas al temple en grisalla, representando las campañas de Carlos I en Alemania. Danzas y juegos populares.
Tablas pintadas de los siglos XV y XVI, de Díaz de Oviedo, R. Oscáriz, Bernat de Flandes, Roland de Mois, J. Cosida, G. Becerra, L. de Morales, Juan Correa de Vivar, Maestro de Egea, Maestro de Gallipienzo.
Cobres pintados por Jacob Bouttats, de fines del siglo XVIII. Serie del Génesis.
Pintura española del siglo XVII. Escuela navarro-aragonesa: V. Berdusán. Escuela madrileña: F. Camilo, J. de Solís, M. Cerezo, F. Lizona, C. Coello. Escuela andaluza: J. de Valdés Leal.
Las últimas salas abiertas al público fueron la Sala de Numismática, inaugurada el 4 de noviembre de 1975, y, finalmente, el 18 de mayo de 1982 se inauguraron, coincidiendo con el Día Internacional de los Museos, las salas XXXV-XXXVI-XXXVII, dedicadas a albergar el legado de la familia Felipe Goicoechea, consistente en cuadros, esculturas, muebles y elementos de las artes decorativas del siglo XIX.
La antigua iglesia del Hospital forma también parte del Museo. Su edificación fue finalizada a mediados del siglo XVI, financiada por Ramiro de Goñi, arcediano de la catedral. Está formada por nave única y crucero, con dos pequeñas capillas cuadradas. La bóveda es estrellada con terceletes que apean en ménsulas. En esta iglesia se conservan sillas de coro de la catedral, obra renacentista de Esteban de Obray, dos retablos platerescos dedicados a San Antón y Santo Domingo con las armas de Goñi, el fundador. También se halla en ella un hermoso retablo renacentista procedente de Burlada que fue pintado en 1530 por Juan del Bosque y finalmente un retablo barroco, rococó, del siglo XVIII, dorado, con talla de madera policromada, procedente del convento del Carmen Calzado.
Durante el largo período transcurrido el Museo de Navarra fue un centro cultural de prestigio, tanto por sus instalaciones como por la actividad que en él se ha desarrollado, para el cumplimiento de las funciones que le son específicas: conservación, investigación y comunicación a la sociedad.
La conservación supone un detenido trabajo de limpieza, consolidación y tratamiento que garantice la estabilidad de las piezas y su mantenimiento a lo largo del tiempo. Para ello, el Museo de Navarra ha contado desde su comienzo con talleres de restauración artística y arqueológica, así como laboratorio y archivo fotográfico. En relación también con la conservación y protección de sus fondos, en 1978 se instaló un complejo sistema de seguridad electrónico contra robo e incendio, consistente en circuito cerrado de televisión, protección volumétrica por ultrasonidos, barreras infrarrojas, detectores de vibración de vitrinas, detectores de suspensión para determinados cuadros y alarma de incendio por detectores de ionización. El museo de Navarra fue uno de los primeros de España en realizar dichas instalaciones.
Respecto a la investigación, las colecciones han estado abiertas al estudio de investigadores y especialistas. Así mismo, el personal facultativo del Museo realiza tareas investigadoras reflejadas en sus publicaciones. Todas las colecciones y piezas importantes del Museo de Navarra en lo referente a Bellas Artes, están estudiadas y publicadas. Del mismo modo se ha mantenido una constante investigación de los fondos arqueológicos, enriquecidos anualmente por las campañas de excavaciones. Ello ha dado lugar a monografías, artículos y comunicaciones en congresos de ámbito nacional e internacional. La investigación afecta a todas las actividades del Museo, desde la realización de excavaciones arqueológicas, confección de inventarios y análisis de objetos, así como estudios sobre la respuesta del público. Dentro de este apartado hay que incluir la existencia en 1990 de una biblioteca pública, especializada en temas de Arte y Arqueología, con 10.000 volúmenes, así como 180 revistas españolas y 136 extranjeras.
Finalmente, la actividad didáctica. El Museo tiene una serie de unidades sobre piezas representativas, en las que se contiene una clara vertiente informativa, basándose fundamentalmente en la actividad del niño en el ámbito del Museo. Se trata de hacer comprender el mensaje de la pieza arqueológica o artística, enriqueciendo sus conocimientos históricos. Se ofrecen también audiovisuales que tratan de explicar los aspectos de distintas épocas de la cultura. La finalidad de toda esta actividad es enseñar a ver, desarrollar la capacidad de percepción y las posibilidades de interrogar a los objetos del Museo. Ha llevado a cabo, también desde su apertura, numerosas exposiciones temporales, cursos para profesores, simposio, congresos y conferencias.
En 1982 se iniciaron en el Museo reformas destinadas a trasladar las salas de exposiciones y conferencias a la planta baja, para facilitar el acceso al público y por razones de seguridad. Con este motivo, se puso de manifiesto el lamentable estado de la estructura del Museo; se adoptó como conclusión la necesidad de acondicionar el edificio de un modo definitivo.
Ya en el año 1978 se había efectuado la sustitución de las estructuras de madera de la cubierta y del forjado del piso de la planta cuarta por forjados de hormigón armado, quedando los techos de la planta baja, primera y segunda con las vigas de madera originales.
Con un proyecto de Javier Lahuerta, el 5 de marzo de 1985 comenzaron las obras de cambio de forjados; estas reformas incluyeron la construcción de una nueva escalera y la instalación de ascensor y montacargas, para facilitar el traslado de materiales y el acceso a los minusválidos.
Una vez planteada la necesidad de reinstalación, se encargó el proyecto a los arquitectos Jordi Garcés y Enric Soria. Finalizado el proyecto en 1986, de su estudio se llevó a cabo una completa transformación del Museo de Navarra, se cubrió el patio central, se llevaron a cabo diversas obras de mejora y se rehabilitaron espacios en el sótano para almacén de arqueología e instalación de la Sala de Prehistoria; con ello, se añadieron cerca de 1.000 metros cuadrados más de superficie y se aprovechó al máximo el ajustado espacio de este edificio.
Las obras de remodelación finalizaron en 1989 y su coste fue de unos 400 millones de pesetas. Las nuevas dependencias ocupaban una superficie global de 7.700 m2, una vez recuperados los sótanos. En la estructura actual quedan separados perfectamente el acceso del público a las áreas de exposición permanente, conferencias o exposiciones temporales, de la zona dedicada a la parte logística del Museo sin que se interfieran, en beneficio de la seguridad y el trabajo. Esto se ha conseguido con el cubrimiento del patio central que constituye ahora un amplio centro de recepción, control e información del visitante, siendo asimismo la zona de distribución a las distintas áreas del Museo, estableciéndose un claro sistema de circulación.
Debajo de este vestíbulo, se ha habilitado un sótano-almacén de arqueología. También, bajo el patio de los mosaicos, en zona de sótano, se ha instalado la sala de Prehistoria que acoge desde las evidencias de los primeros pobladores paleolíticos hasta la Edad del Hierro.
El antiguo porche del patio queda relacionado con el vestíbulo y se prolonga en una galería que da acceso al exterior, con un jardín rodeado de mosaicos y otros restos arqueológicos que pueden soportar la intemperie. La planta baja se ha dedicado exclusivamente a exposiciones temporales, sala de conferencias y otras instalaciones relacionadas directamente con el público: guardarropa, venta de publicaciones, portería.
Desde el vestíbulo, se entra propiamente a la zona del Museo a través de un espacio distribuidor donde, al fondo, se ha colocado un mosaico procedente del Soto de Ramalete (Tudela), que tiene como emblema central una gran crátera sostenida por dos putii alados y sobre cuyo borde se inclinan dos palomas. Su significado en época romana era de augurio favorable.
Desde este distribuidor, puede accederse a la zona de exposiciones temporales y a la escalera y montacargas que dan acceso a las salas de exposición permanente. Para dicha exposición permanente, se dedican las cuatro plantas de la crujía oeste del edificio, donde se distribuyen las colecciones cronológicamente de abajo a arriba y en circuitos semejantes en todas las plantas.
En la primera planta, se exponen los objetos correspondientes a época romana, visigoda, musulmana y románica y la gran sala de Oliver, con las pinturas murales de la catedral de Pamplona y Artajona. En la segunda planta, se expone la importante colección de pinturas murales góticas y las obras correspondientes al Renacimiento. También se ha instalado en la segunda planta la sala de Orfebrería. En la tercera planta, se presentan las obras artísticas correspondientes a los siglos XVII, XVIII y XIX, comenzando en ella la exposición de los pintores navarros de los siglos XIX-XX, que finalizará en la cuarta planta del Museo.
Los arquitectos Jordi Garcés y Enric Soria explicaban de esta forma los criterios seguidos para acometer la reforma, a partir de la estratégica ubicación del Museo en el extremo de su casco antiguo y asentado sobre el ángulo que forman la muralla con la Cuesta de Santo Domingo: “Esta circunstancia, derivada de su situación urbana, relega a segundo término la evidencia del discreto valor arquitectónico de un conjunto desfigurado histórica y estilísticamente por múltiples reformas, al disolverse sus cuerpos más dominantes en el entorno del casco antiguo. Pero ello no es obstáculo para la aparición, aún con cierta monumentalidad, de la particularidad que supone en el edificio el mantenimiento de la antigua portada del Hospital del siglo XVI, y la adición de otra portada procedente de una ermita, que colocadas en singular proximidad, constituyen un sello específico del Museo, inscrito ya en la memoria ciudadana.
A la luz de este análisis sobre el valor del conjunto que forma el Museo de Navarra, se ha dirigido la intención transformadora del proyecto hacia la total remodelación interior del mismo, paralelamente y en consonancia con la renovación del programa institucional, patrimonial y museístico propiciado por el Gobierno de Navarra.
Esta remodelación interior del Museo de Navarra se desarrolla a partir de un concepto espacial único y rotundo: la incrustación en el interior del mismo de un elemento nuevo con fuerza suficiente para modificar las referencias arquitectónicas internas del antiguo edificio, y con proporciones suficientemente generosas para transformar el Museo en un edificio definitivamente público.
Los efectos de esta incrustación interior se extienden al exterior sólo en los puntos más singulares y con mayor relación con la ciudad: su entrada y el jardín posterior sobre murallas. Con ello se pretende fijar cronológicamente la importante renovación del Museo, sin modificar las características arquitectónicas de su frente más público.”
Museo Gayarre
Instalado en la casa que Julián Gayarre construyó (1879) en el solar del edificio en que nació en Roncal depende de la Fundación Julián Gayarre*. Quedó inaugurado el 2.1.1990, dentro de los actos del centenario de la muerte del tenor. El inmueble ha sido adaptado a su actual función: en las tres plantas se muestran documentos, fotografías, nombramientos, condecoraciones, partituras, regalos, vestuario y objetos personales del cantante. Destacan los trajes y complementos que Gayarre utilizaba en las óperas, de muchos de los cuales hay pruebas gráficas. En la segunda planta se conserva el dormitorio del cantante tal como estaba en sus días. En esa planta, los herederos se han reservado dos habitaciones para su uso eventual.
La restauración es obra de Luis Tena. Carmen Valdés ha catalogado todos los objetos depositados en la casa-museo. El presupuesto total de la rehabilitación, incluida la restauración del vestuario, ha montado 21.600.000 pesetas.