MONJARDÍN
Nueva denominación medieval del primitivo castillo de San Esteban de Deyo; documentada ya en 1143, acabó prevaleciendo sobre al anterior a lo largo del siglo XIII. Parece que la grafía definitiva (“Mont Jardín”) derivó de una interpretación popular de “Mons Garzini”, escenario de un gran triunfo de Carlomagno según la legendaria Historia de Turpin. Aunque la voz “Garzin” o “Garzinus”, sigue constituyendo un enigma, se ha asociado hipotéticamente con “Garcianis”, patronímico de Sancho Garcés I (905-925), el monarca pamplonés que arrebató Deyo a los Banu Qasi y se hizo enterrar en San Esteban, panteón también de su hijo García Sánchez I. Es probable que desde el propio siglo X la fortaleza fuera el centro de una “tenencia” u honor transferida por el rey al señorío temporal de los obispos de Pamplona; el distrito comprendería ya al menos las cercanas villas de Adarreta, Azqueta, Igúzquiza, Labeaga, Lúquin, Urbiola y Villamayor. Constan luego como tenentes los seniores Sancho Fortuñones (1031-1068), el infante Ramiro Garcés (1069-1074), el conde Sancho Sánchez (1077-1098) y, más adelante, Sancho Iñiguez de Subiza (1142-1175), pero es presumible que todos ellos actuaran en nombre o “por mano” de la sede episcopal; en ocasiones aparece encomendada la fortaleza directamente a un eclesiástico, como el sacristán del cabildo pamplonés Lope (1138-1141) o el arcediano Gaucelmo (1197). La tuvo secuestrada (1194) el rey Sancho VI el Sabio, y Sancho VII el Fuerte logró que se la cediera el obispo Juan de Tarazona (1205-1211). El conflicto jurisdiccional ya no se resolvió hasta la renuncia definitiva de la mitra a favor de la Corona (1319).
En 1351, Carlos II nombró a Juan Ibáñez de Lizarazu, con una retenencia anual de 100 sueldos y 25 cahíces de trigo. Más tarde, en 1366, se mandó al recibidor que obligase a los comarcanos a reparar el castillo a pan de almut. Pasó a ocupar el alcaidio en 1368 Alvar Díaz de Medrano, y hacia 1380 entró en su lugar Miguel García de Galdeano. Se hicieron obras de reparación nuevamente en 1387, a cargo del mazonero Juan García de Laguardia.
Carlos III confió la guarda en 1387 a Alvar Díaz de Medrano, y la reina Leonor, en 1405, a Juan Vélaz de Medrano. El mismo rey nombró en 1414 a Diago Alvarez de Eulate. Cuatro años después aparece en el puesto Beltrán Díaz de Baquedano. Con motivo de la guerra con Castilla, en diciembre de 1429 se aumentó la guardia con 10 ballesteros, y al año siguiente, consta que había al menos dos cañones en la fortaleza. Ese mismo año entró como alcaide Lope de Eraso.
En 1437, Juan II y doña Blanca nombraron para el alcaidío a Juan de San Juan, maestrehostal del Príncipe de Viana. Diez años después aparece en su lugar Iñigo Pérez de Iturmendi. Eran los años de las discordias civiles entre agramonteses y beaumonteses. En 1456 tenía la guarda Fernando de Medrano y en 1457, Juan Martínez de Eraso. Siendo alcaide el comendador Pedro de Garay, en 1467, alegó posesión sobre los pueblos de Urbiola y Villamayor, y otras propiedades situadas cerca del castillo, y fue necesario nombrar diputados para logra una concordia sobre el particular. En 1474 tenía la guarda Juan de Moreda, que se comprometió con juramento a socorrer a la princesa gobernadora, en caso de agresión por parte de los beaumonteses.
Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico, el castillo pasó al dominio del condestable conde de Lerín, razón por la cual fue exceptuado de las órdenes de demolición de 1516 y 1521, y por matrimonio, a la Casa de Alba.
Dentro del recinto del castillo está la capilla o ermita dedicada a la Santa Cruz, y anteriormente a San Esteban, y el sepulcro en el que un día quiso enterrarse Sancho Garcés.
Todavía en las guerras carlistas del siglo pasado, volvió a fortificarse el antiguo recinto.
Bibliografía
J.M. Lacarra, Monjardín entre la historia y la leyenda, “Estudios de historia navarra” (Pamplona, 1971), p. 125-137.