MAYO, EL
MAYO, el
Árbol que solían colocar los mozos en la plaza u otros lugares destacados de la población el primer día de ese mes. Los testimonios, relativamente abundantes, demuestran que la práctica fue general en toda Navarra. Tuvieron preferencia el chopo (Navarra media y Ribera), el haya (Améscoa), el pino (Ulzama) y, al parecer, el sauce (Baztán). Tuvo carácter mágico y festivo, como tótem protector de las cosechas. En pueblos de las Améscoas y la Berrueza lo armaban con gallos, espadas y otros símbolos de madera, orientados hacia “la mano” donde estaban los sembrados. Era sagrado y en torno a él se hacían juegos y danzas.
Los pueblos del valle de Ulzama acostumbraron por los años 1715 que el primer día de mayo y día de Santa Cruz, ambos festivos, los mozos y mozas fueran a los pinares con el pretexto de traer al lugar la Maya, dejando la misa. Por esa razón, el obispo Pedro Aguado prohibió severamente ir esos días a traer el árbol, pudiéndolo hacer en jornada laborable, y “poner la dicha mayo dentro del cimenterio de la iglesia, ni que en él se dance”.
La costumbre perdura en muchos pueblos de la Ribera del Ebro, desde Sartaguda a Buñuel. En Cintruénigo se coloca el 3 de mayo delante de la casa del capitán de la Cofradía de Ballesteros de la Santa Cruz, que celebra su fiesta anual.