LOPE DE ARTAJONA
LOPE DE ARTAJONA
(Artajona, ? – Pamplona?, 11.10.1159). Obispo de Pamplona (1142-1159). Al menos desde 1135 figura como sacristán y tesorero de la catedral y el obispo Sancho de Larrosa le encomendó además la tenencia del castillo de San Esteban (Monjardín). Parece que fue el primer prelado elegido entre los miembros del cabildo. Le correspondió hacer frente a los problemas eclesiásticos planteados por la anterior escisión política entre los reinos de Navarra y Aragón. Obtuvo sentencia favorable en el pleito sostenido con el obispo de Huesca por varias iglesias de Valdonsella. Debió ceder, en cambio, ante una parte de las reivindicaciones del obispo de Zaragoza, al que fueron asignadas por el cardenal legado Jacinto las iglesias de Ejea, Tauste y Luna, quedando para la Diócesis pamplonesa las de Uncastillo, Polá y Alcalá (1155). Se ignora el alcance de las fricciones coetáneas con la sede de Calahorra. Llegó a un acuerdo con el monasterio de San Juan de la Peña, titular de las iglesias de Estella, y logró que se le reconocieran los derechos episcopales sobre ellas, incluida la percepción de las correspondientes cuartas (1147). Poco antes había recibido en dicha ciudad por donación del monarca García Ramírez (1145) la sinagoga de los judíos, en la cual consagró la nueva iglesia de Santa María y Todos los Santos (Santa María del Castillo), adscrita directamente a la mitra. Sin mengua de la jurisdicción episcopal reconoció los derechos de la abadía de Montearagón sobre las iglesias que le habían sido usurpadas por el rey (1150). El monasterio de San Salvador de Leire pretendió que se le reconociera la exención eclesiástica, pero el cardenal Jacinto declaró su sujeción al obispo (1155). Estuvo presente Lope en los dos concilios de Valladolid presididos sucesivamente por los legados Guido (1143) y Jacinto (1155). Durante su episcopado se instituyeron en territorio navarro los monasterios cistercienses de Tulebras y La Oliva y, en los confines de Castilla, el de Fitero. La Curia romana reincorporó también entonces de manera oficial la diócesis de Pamplona a la provincia eclesiástica tarraconense (1154). El obispo, que había contado con la confianza de García Ramírez, ayudó con 1.250 monedas de oro al nuevo soberano Sancho VI el Sabio en sus graves dificultades económicas de comienzos de reinado (1150). Las hostilidades con Aragón deterioraron gravemente esta armonía. Se le opuso, por otra parte, al mismo tiempo una facción del cabildo encabezada por el arcediano Roberto de Ketton o Chester (1156). Empeñado en obtener una tregua, Lope medió ante Ramón Berenguer IV (1156) que lo retuvo como rehén; como Sancho el Sabio se negó a indemnizar los daños causados en su correría hasta las cercanías de Zaragoza, el prelado permaneció casi dos años desterrado en Aragón. Perdió por añadidura el favor del soberano, que lo inhabilitó y secuestró sus bienes.
Con la paz de Razazal (1159) se produjo la reconciliación pero al cabo de algunos meses fallecía el prelado dejando el cabildo dividido en dos bandos dispuesto cada uno a elegir su propio obispo.
Bibliografía
J. Goñi Gaztambide, Historia de los obispos de Pamplona, I, (Pamplona, 1979), p. 376-422.