LAYA
LAYA
Instrumento para trabajar y voltear la tierra. Cada trabajador usa dos. Constan de caja y dos púas de hierro en forma de “h”, con mango de madera. Aunque existe gran variedad de tamaño y formas, hay dos tipos fundamentales: la llamada “laya guipuzcoana”, utilizada en toda Navarra húmeda, de púas muy largas y mango corto; y la “navarra”, de caja más ancha, púas más cortas (unos 35 cm) y largo mango de madera. Existió un tipo intermedio que aparece en imágenes de San Isidro durante el siglo XVIII.
Los herreros las fabricaban haciendo primero la caja y el cuello, pegando a calda las dos púas en los extremos. Los mangos podían ser de cualquier madera; en la comarca de Tafalla eran preferidos los “pies” de chaparro.
El trabajo con un par de layas se podía realizar por un solo hombre. Para ciertas labores formaban cuadrillas de tres o más. Cada labrador tomaba una laya en cada mano; las levantaba y clavaba simultáneamente con fuerza en la tierra; ponía los pies sobre las cajas para hacer presión con el peso del cuerpo, accionándolas para introducir las púas de la tierra; seguidamente hacía palanca, poniendo un pie como punto de apoyo, y volteaba el tormo. Cuando intervenían varios layadores, colocaban al más fuerte y experto en el extremo del surco a romper. Era el sistema empleado para hacer “ondalán” (del vasco ondo lan: trabajo hecho bien), labor conocida en la Navarra media como “laya-mina” o “laya y lima”. Varios layadores volteaban la tierra con las layas, extrayéndola del surco con azada (limar, minar) y permitiendo así una segunda vuelta de los trabajadores, dando mayor profundidad a la labor. Se hacía para plantar viña. Fue parcialmente sustituido por los “malacates”, instrumento consistente en un cabrestante o torno de eje vertical, fijo en un punto exterior al que había de roturarse, movido mediante palancas perpendiculares de tracción animal, al que se enrollaba el cable de acero que arrastraba la reja especial para abrir el surco.