LANDERRÁIN, LOS
LANDERRÁIN, los
Familia de maestros canteros también conocida con el apellido Landernáin cuyo primer personaje conocido, Martín, era natural de Régil (Guipúzcoa). Éste, juntamente con sus hijos Juan y Lucas, aparece avecindado en Los Arcos en el último tercio del siglo XVI. En esta villa adquirieron algunos de sus miembros renombre, bienes y honores, llegando a ser regidores. En el claustro de Santa María, una de sus realizaciones, fue enterrado Pedro, el último de la dinastía artística y nieto de Martín en 1612.
La villa de Los Arcos, por esta época perteneciente a Castilla, gozaba de un resurgimiento económico debido a la próspera agricultura y al comercio que se tradujo en numerosas construcciones civiles y sobre todo en una remodelación completa de su templo parroquial levantado a partir del siglo XII. En esta villa, los Landerráin, lo mismo que otros canteros vizcaínos y guipuzcoanos en otras localidades, encontraron abundante trabajo que se amplió por la zona hacia Logroño y Estella.
Las obras realizadas por estos canteros cubren un periodo que va desde 1561 a 1591 y afectaron fundamentalmente al tramo de los pies de la iglesia. Levantaron un amplio coro en alto con dependencias laterales y escalera de acceso y sotocoro, seis capillas laterales, remodeladas en el barroco, y la cabecera de forma poligonal. Tarea más importante fue construir la torre, la portada y el claustro.
La torre, adosada a los pies del evangelio, es representativa del Renacimiento navarro; consta de cuatro cuerpos decrecientes con pilastras cajeadas, vanos de medio punto, arbotantes y celosías góticos, contrafuertes cilíndricos y cúpula clasicista. La portada es otro de los mejores ejemplos renacentistas de Navarra; está concebida a modo de arco de triunfo, relacionada con otras burgalesas y riojanas y su escultura manifiesta un gran expresivismo. El claustro de estilo gótico tardío se cubre con bóvedas de crucería cuatripartita y las arquerías llevan tracerías gótico-flamígeras. A nivel documental no está probado que esta última obra la hicieran los Landerráin, pero se les atribuye con razonable fundamento. El estilo que usan estos maestros en estas construcciones arqueñas es una amalgama de gótico retardatario, posiblemente por influencia de Martín, de plenamente plateresco y de algunos motivos ya ciertamente manieristas.
Otras labores menos importantes son la torre de la parroquial de Santiago el Real de Logroño, levantada hacia 1565, la iglesia de Murillo el Fruto de cruz latina y nave única de tres tramos terminada en 1581, la ampliación de la iglesia parroquial de Armañanzas y algunas reparaciones de la parroquial de San Martín de Legaria en el año 1592.
Como tasadores de obras Martín y Juan fueron muy solicitados por algunas localidades de la merindad de Estella. La fecha más temprana de la presencia de estos maestros es el año 1546. Martín, juntamente con Juan Pérez de Solarte, residente en Anguiano, y Martín de Larrarte, vecino de Tafalla, tasaron los diez tramos del claustro de Santa María de Irache que dejó terminados al morir el cantero guipuzcoano Martín de Oyarzábal. En 1568 tasaba Juan la sacristía desaparecida de Sansol. Tasación importante fue la del crucero de San Miguel de Larraga juntamente con Juan de Orbara en 1576, construido por Antón de Anceta y Juan de Aguirre, según la traza que dio Juan de Villarreal. Finalmente también Juan tasaba en 1589, juntamente con Juan de Aguirre, la maciza torre de Santa María de Viana, levantada por Juan y Martín de Larrañaga, según las trazas de Amador de Segura.
La labor de estos maestros como tracistas es destacable. Juan dio las trazas de Santa María de San Sebastián y de la parroquia de Orio (Guipúzcoa) y Martín las de la iglesia de San Vicente Mártir de Espronceda que construían en 1563 Cristóbal de Zúñiga y Juan de Miaja.
Bibliografía
M.C. García Gaínza y otros Catálogo Monumental de Navarra, T II, vol 1 (Pamplona, 1982), p. 203; vol 2 (Pamplona, 1983), p. 229, 467 y 564. J.C. Labeaga Mendiola, Viana, monumental y artística (Pamplona, 1984), p. 256 y 257. V. Pastor Abáigar, Historia de la torre parroquial de Los Arcos, en “Príncipe de Viana” (Pamplona, 1986), p. 695, 714 y 720.