LABRAZA
Villa de la actual provincia de Álava, cuadrilla de Laguardia. Perteneció al reino de Navarra hasta 1463. El rey Sancho VII el Fuerte concedió (1196) a San Cristóbal de Labranza el fuero de Laguardia. Estaban bajo su dependencia las aldeas de Barriobusto y Villavieja. En 1280 tributó a la Corona 285 sueldos en concepto de “fossadera”. Tuvo como buena villa representación o asiento en las Cortes del reino. Carlos III eximió de pechas a los labradores de su término (1388). Su población descendió de 51 fuegos en 1366 a 30 en 1427, contando los de Barriobusto.
Dominando la localidad se alzaba un castillo que en 1220, bajo el reinado de Sancho el Fuerte, estaba a cargo del caballero García Arceiz de Yániz. En 1277, Remiro Gil de Los Arcos, prestó homenaje a la reina Juana por éste y otros cuatro castillos fronterizos de la comarca. Tres años después se hacían obras en la torre, abriéndolo una nueva puerta. En 1294, los reyes Felipe I y Juana confiaron la guarda a Roy Fernández de Medrano.
En los últimos años del siglo XIII y primeros del XIV era alcaide Guillermo de Besançón, que percibía una retenencia de 7 libras en dinero y 35 cahíces de trigo. En 1321 figura en el puesto Juan de Buti. Más tarde, en 1340, Diego López de Oyón, y hacia 1350, su sucesor Remiro Gil de Sarasa. Carlos II nombró después a Álvaro de Baquedano, que estuvo al frente del castillo hasta 1374. En su tiempo, cuando la alerta general del año 1366, se mandó reparar la torre mayor, que amenazaba ruina, a costa de las ayudas que pagaba la villa. Por entonces, el mazonero Juan Gil informó, tras haberla reconocido, que podía aguantar un año sin derrumbarse. En 1375 tenía ya el alcaidío Juan García. Más tarde, en 1384, el rey dio 200 libras para reedificar los muros de la fortaleza. Carlos III, en 1422, concedió a la villa remisión parcial de cuarteles y alcabalas, para que empleasen el dinero en la reparación de los muros y fortaleza. En 1431 se instaló en el castillo una ballesta de sinfonía, que costó 16 florines. Poco después, se pagaba también un cañón, comprado en Pamplona por 24 libras, que se emplazó en el recinto para defenderse del asedio castellano. En 1450 padeció la villa en un nuevo ataque de las huestes de Castilla. Al fin, en 1461, los castellanos se apoderaron del lugar y del castillo, que ya no volvería a la corona de Navarra.