JÁUREGUI Y ALDECOA, AGUSTÍN DE
JÁUREGUI Y ALDECOA, Agustín de
(Lecároz, 1711-Lima, 1784). Aristócrata y militar navarro, posible descendiente del granadino Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz (el famoso aristócrata y militar español del siglo XVI), siguió también la carrera de armas, primero caballerizo de campo de Felipe V (VII de Navarra) y capitán de dragones del regimiento de Almansa, con el que luchó en África. Luego guerreó sucesivamente contra los ingleses -en Cuba y en Honduras – y los portugueses, en la conquista española de la plaza de Almeida. Gobernador, presidente y capitán general de Chile desde 1773, fue designado virrey del Perú en 1780.
Como tal, le correspondió una de las etapas más difíciles de aquel virreinato: la que siguió a la sublevación de Tupac Amaru, que fue continuada por otras rebeliones menores. Los historiadores discuten si el cacique indio Tupac Amaru pretendía realmente independizarse de España y restaurar la dignidad imperial inca o solamente lograr un orden más justo para su pueblo. En todo caso, lo cierto es que la sublevación respondió a las injusticias que los indios peruanos venían sufriendo por parte de colonos, eclesiásticos y corregidores españoles, quienes abusaban con ese fin de las instituciones fiscales -reales y personales (mita, obrage, repartimientos, tributos y servicios)- que sometían a aquéllos, pese a los esfuerzos de oidores y de virreyes (entre ellos Jáuregui) por mejorar su situación.
Jáuregui combinó frente a esto la dureza la represión (Tupac Amaru y otros fueron ejecutados en 1783) con la denuncia de los abusos, hasta conseguir que los repartimientos hechos por los corregidores desaparecieran, que se impidiera a los propietarios de minas servirse de indios so pretexto de que les eran deudores, que se redujesen a seis meses lo que podía durar la mita -una suerte de trabajo forzado- y que se redujeran asimismo las encomiendas existentes. Puede afirmarse que a su virreinato -y a su gestión y empeño- corresponde la desaparición casi completa de estas figuras jurídicas, tan importantes en la historia de América como fórmulas de supeditación y explotación de los indígenas.
Jáuregui se preocupó también de la defensa marítima de las costas frente a los ingleses; de la organización del correo entre Lima y Buenos Aires y de coadyuvar también al mantenimiento de la disciplina en las comunidades religiosas.