JABALÍ
Mamífero ungulado de la familia de los suidos; antecesor del cerdo doméstico, con el cual se hibrida perfectamente. Presenta un cuerpo robusto, aplanado lateralmente y cubierto de pelos castaño negruzcos que, en los ejemplares más viejos, adquieren reflejos plateados. Algunos individuos, excepcionalmente, pueden llegar a los 150 kg. Los colmillos superiores se recurvan hacia el exterior y tanto estos como los inferiores pueden adquirir un notable desarrollo con la edad.
Come prácticamente de todo; busca el alimento removiendo el suelo con el hocico. El mayor aporte a su dieta está constituido por materia vegetal, y dentro de ésta son fundamentales los hayucos y bellotas, de gran aporte energético.
La reproducción está relacionada con la disponibilidad de alimento en el bosque y el propio estado del animal. Hay un período principal en primavera y, si las condiciones son buenas, pueden darse también algunos partos a finales del verano. En cada nacimiento se alumbran entre una y seis crías, denominadas rayones*, cubiertas con una piel color canela provista de manchas transversales más claras.
Especie forestal, se refugia en las zonas de matorral más denso. En Navarra, su distribución coincide con las áreas forestadas, aunque a veces pueden aparecer en otros lugares, tal es el caso de la Balsa de Pitillas, entre cuyos carrizos se suele refugiar.
Su abundancia es mayor en la montaña, y en concreto en el cuadrante nororiental. Esta especie ha ido aumentando sus efectivos en los años; 1970-1980 probablemente favorecida por un aumento del matorral. En Navarra, el jabalí es causante de daños en los cultivos, cuya cuantía varía en relación con la disponibilidad de alimento dentro del bosque, de forma que un otoño con escasa producción de frutos forestales, coincidirá regularmente con unos daños comparativamente altos. Los cultivos más afectados por estos ataques son los de patata y cereal. Dentro de éstos el jabalí selecciona ciertas variedades o especies con preferencia. Como defensa frente a los daños, se suelen usar en nuestra Comunidad cercas electrificadas y detonadores de carburo. En ocasiones el Negociado de Caza y Pesca del Gobierno de Navarra autoriza las esperas nocturnas en las inmediaciones de los campos atacados para capturar o ahuyentar a los animales causantes de los daños.
La caza del jabalí goza de gran popularidad en la región, es una de las piezas más importantes por el número de cazadores que la practican; eran 148 los cotos donde se cazaba el jabalí con regularidad (36,4% de todos los acotados) en 1985.
La media de las capturas conseguidas en Navarra se situaba cercana a los 2.500 jabalíes anuales.
Esta especie se caza en “cuadrillas” de cazadores, cuyo número es muy variable (entre 3 y más de 20 personas), pero que regularmente oscila alrededor de las 15 personas, acompañadas de un número variable de perros de rastro.
La caza se realiza por el sistema de batidas; consiste en batir una superficie de terreno entre unos pocos cazadores (resacadores) y los perros, para dirigir a los jabalíes hacia una línea en la que se han situado previamente el resto de los cazadores, dominando los puntos por donde más frecuentemente acceden los suidos (pasos). A toda la operación se le conoce como “resaque”. En una misma jornada es usual que cada cuadrilla haga dos o tres resaques en distintas partes del monte. La organización de los próximos resaques, cuidado de los perros y meriendas de las piezas cazadas ocupan una parte importante de la vida otoñal en la montaña navarra. Debido a la presión cinegética, son raros los viejos ejemplares de grandes colmillos. Las piezas capturadas normalmente rondan entre los 20 y los 60 kg y corresponden a animales de menos de tres años.
Todos los jabalíes cazados deben de ser analizados por un veterinario antes de su consumo, para evitar el riesgo de triquinosis, aunque no es frecuente.
La piel, gruesa y cubierta de pelos rígidos carece de interés y generalmente se deshecha.
El valor cinegético del jabalí se mide por el desarrollo de los colmillos.
La carne de jabalí es muy apreciada; al sabor natural del cerdo, se le une el característico del animal salvaje. Son numerosas las recetas autóctonas de Navarra, las más conocidas la de lomos de jabalí y preparación en estofado, procedentes ambas de Monreal, hay que destacar la hecha con vino tinto, chocolate y el hígado del propio jabalí.
También se acostumbraba a embutir su carne en forma de chorizo, con receta igual a la del cerdo, aunque mezclando en su elaboración, tocino rayado de cerdo, ya que la carne suele ser excesivamente magra y resultaría seco y duro. También se acostumbra secar sus piernas, que dan un jamón seco, amojamado. De las preparaciones que se hacen con su cabeza cabe destacar la de los roncaleses.