ÍÑIGO ARISTA
ÍÑIGO ARISTA
Caudillo que dirigió el núcleo pamplonés, considerado tradicionalmente como el primer rey de Pamplona. Su padre, probablemente familiar de Jimeno el Fuerte, es denominado Iñigo en las fuentes musulmanas, mientras que en alguna cristiana aparece como Jimeno. Su madre se llamaba Onneca y estuvo casada también con Musa ibn Fortún, de quien tuvo a Musa ibn Musa, el caudillo más importante de la familia de los Banu Qasi. Recientemente se ha sugerido que pudiera ser originario de Aristu (Urraul Alto). Su actividad pública se extendió durante toda la primera mitad del siglo IX, aunque sólo aparece citado nominalmente hacia mediados de la centuria.
En su trayectoria se pueden distinguir tres etapas. Durante la primera (hasta el 824) acaudilló la facción pamplonesa opuesta al expansionismo franco-carolingio. Para evitarlo, buscó la alianza con los Banu Qasi, que controlaban la Ribera y la Rioja. Juntos lograron vengar la muerte de Mutarrif y recuperaron el poder en Pamplona (ca. 800), viéndose enfrentados enseguida con los representantes del emir en el valle del Ebro (802-803). Tuvo que someterse por ello a la protección de Carlomagno (806), aunque por poco tiempo. En el 812 Ludovico Pío se apoderó de Pamplona y colocó al frente de su territorio a Velasco al-Galasqi. A raíz de la expedición cordobesa del 816 y la subsiguiente batalla de Wadi Arun, el régimen franco se derrumbó en Pamplona, donde Iñigo Arista ocupó el poder, y luego en Aragón. Cuando los carolingios lanzaron una última expedición contra Pamplona (824), fueron derrotados en la llamada segunda batalla de Roncesvalles, que puso fin al intervencionismo franco en el Pirineo occidental.
Desde entonces y hasta el 840 la ausencia de noticias bélicas permite suponer un período de tranquilidad dentro del núcleo pamplonés y de buenas relaciones con el emir de Córdoba, que prefirió dirigir sus campañas de castigo hacia otros lugares del norte de España.
Los roces de los Banu Qasi con los representantes del emir de Córdoba desembocaron en un enfrentamiento al que arrastraron a los pamploneses de Iñigo Arista. Durante un decenio se sucedieron campañas de castigo de los cordobeses, que sólo consiguieron sumisiones ficticias. La derrota y captura del general Harit, gobernador de la Marca Superior, en la emboscada de San Adrián (841) exigió que el propio emir Abel al-Raman II dirigiera a campaña del año siguiente, en la que devastó la Cuenca de Pamplona y conquistó Sajrat Qays, el último reducto de los pamploneses (841). Los sublevados no tuvieron más remedio que someterse al emir mediante una capitulación, en la que Iñigo tuvo que reconocer la soberanía cordobesa y prometer un tributo anual de 700 dinares (monedas de oro). La sumisión fue ficticia y el emir tuvo que encabezar otra expedición (843), en la que logró una gran victoria, cerca de Pamplona, sobre una coalición en la que incluso participaban gentes de Álava y Castilla, así como los cerretanos. Murieron Fortún, hermano de Iñigo Arista, y 115 guerreros pamploneses, mientras que el cerretano Velasco Garcés y 60 de sus hombres se pasaron al emir. En el 845 se registró una nueva campaña, en la que Galindo, hijo de Iñigo, se pasó al emir; hubo otra en el 844 y tras la última, del 850, tuvo que solicitar la paz junto con los Banu Qasi y se sometió a Córdoba. En las luchas de este decenio parece que el jefe efectivo del ejército pamplonés no era Iñigo, sino su hijo y sucesor García Iñiguez, ya que el caudillo pamplonés había sufrido una alferecía que le dejó imposibilitado hasta su muerte ocurrida en el año 237 de la Hegira (851-852). Las derrotas y la sumisión a Córdoba no llegaron a remover a Iñigo Arista de la posición de caudillo, lo que demuestra el arraigo de su estirpe de magnates y la consolidación del propio núcleo pamplonés.
Tuvo cuatro hijos: su sucesor García Iñiguez; Galindo, huido a Córdoba y vuelto tras la muerte de su padre; Assona, casada con Musa ibn Musa; y otra de nombre desconocido, casada con García el Malo, que llegó a ser conde de Argón.
Bibliografía
J. M.ª Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, vol I, (Pamplona, 1972); M. Ilarri, La tierra natal de Íñigo Arista, (Bilbao, 1980); A. Cañada, Los Banu Qasi (714-924), “Príncipe de Viana”, 41, (1980), 5-95.