HUARTE DE SAN JUAN, JUAN
HUARTE DE SAN JUAN, Juan
(Saint Jean Pied-de-Port, 1529 ó 1530 – Baeza, Jaén, 1588 ó 1589). Médico y filósofo. Su nacimiento tuvo lugar en un momento histórico, particularmente difícil para las tierras de Ultrapuertos; Navarra había sido ocupada en 1512 e incorporada a Castilla en 1515. La Baja Navarra por su parte, había iniciado su andadura independiente bajo Enrique de Labrit y Carlos I había desistido de la idea de incorporarla a su imperio en 1530. En este marco histórico, la situación en que se encontraban los naturales de Ultrapuertos era verdaderamente difícil; frecuentemente eran objeto de discriminaciones por los navarros, a veces avaladas por las propias autoridades.
En estas circunstancias se produjo la emigración de la familia Huarte y su instalación lejos de su tierra navarra, cuando Juan Huarte contaba todavía con pocos años.
Posiblemente cursó sus estudios de Gramática en dicha localidad y en la Universidad de Baeza obtuvo la licenciatura en Artes. En 1553 inició la carrera de medicina en la Universidad de Alcalá y dos años más tarde se graduó como Bachiller; en 1559 se licenció y doctoró en esta misma disciplina. Reunió pues en su persona, junto a la formación filosófica de corte aristotélico-escolástico, la máxima graduación en medicina. No obstante aunque sea esta la profesión que ejerció a lo largo de su vida, él gustaba llamarse filósofo, filósofo de la naturaleza, como contraposición al filósofo moral y metafísico.
Parece probable que a raíz de su matrimonio con Águeda de Velasco, ejerciese la medicina y residiese en Tarancón. Posteriormente se trasladó a Linares, donde vivía en 1571 y donde residió definitivamente hasta su muerte, aunque compartió la vecindad con Baeza, donde ejerció su profesión y probablemente tenía un segundo domicilio. En esta ciudad fue nombrado médico en 1571 y ejerció hasta su muerte acaecida en 1588 ó 1589 (otorgó testamento en Baeza el 25 de noviembre de 1588 y el 18 de febrero se nombró un tutor para los tres hijos varones menores de edad). Ni en sus años de Universidad ni en su vida profesional destacó a un elevado nivel que hiciera prever la trascendencia que su obra alcanzaría mundialmente en el terreno de la psicología.
La primera de las ediciones del Examen de Ingenios para las Ciencias vio la luz en Baeza el año 1575, financiada por el propio autor. En su portada se explica el contenido de la obra con estas palabras: “Donde se muestra la diferencia de habilidades que hay en los hombres y el género de letras que cada uno responde en particular. Es obra donde el que leyere con atención hallará la manera de su ingenio y sabrá escoger la ciencia en que más ha de aprovechar y si por ventura la hubiere ya profesado, entenderá si atinó a la que pedía su habilidad natural”. Tres años más tarde se imprimió en Pamplona una edición que sirvió para las reimpresiones posteriores.
A partir de este momento se hicieron de la misma un gran número de ediciones, buena prueba de la acogida que la obra tuvo tanto en España como en el extranjero. Tan sólo en los últimos veinticinco años del siglo XVI se publicaron dieciocho ediciones en castellano, francés, italiano e inglés; En el XVII fueron treinta y siete, algunas de ellas en latín y holandés; En el XVIII seis nuevas ediciones; se ampliaron las traducciones al alemán. Se conoce la existencia de al menos 79 ediciones diferentes.
Las ediciones de Baeza de 1575 y 1594 fueron separadas por la intervención del Tribunal de la Inquisición. El Examen, que contaba con las correspondientes autorizaciones suscritas por Fray Lorenzo de Villavicencio para Castilla y Fray Gabriel de Álava para Navarra, fue denunciado por el Doctor Alonso Pretel, Catedrático de Teología Positiva de la Universidad de Baeza, comisario a su vez del Santo Oficio en esta localidad. Indudablemente los motivos últimos de la denuncia eran mucho más simples y quizá pudo más lo personal que lo doctrinal.
El propio autor escribió la nueva redacción del texto, publicada en 1594, después de su muerte. Aunque se ha considerado que la segunda versión introduce variaciones que afectan a la propia esencia del libro, la obra parece sustancialmente la misma; los capítulos añadidos, en ocasiones comprometidos, no fueron, sin embargo, censurados.
Entre los autores que sirvieron a Huarte para elaborar su Exámen destacan principalmente Hipócrates, Platón, Aristóteles y Galeno.
Hipócrates le influyó por su té en el procedimiento metódico; el Timeo de Platón le afirmó en sus ideas sobre la especialización y selección profesional. Aristóteles, a pesar de la poca estimación que le otorgó el humanismo, influyó sobre todo por el contenido científico de su pensamiento, fijado sobre el análisis y la síntesis. Galeno le aportó el sustrato biológico, base de las teorías sobre los diferentes temperamentos primero biológicos y luego psíquicos. El mérito de la obra estriba, en fin, en elaborar con la observación como método un auténtico tratado de Psicología Diferencial.
El punto de partida de Huarte de San Juan para desarrollar su tesis es la constatación de un hecho evidente, la existencia de una diversidad de talentos, tanto para el aprendizaje de las distintas disciplinas como para el ejercicio de las profesiones. La simple observación de los alumnos que comienzan un curso y los resultados tan diversos que obtienen, aunque el profesor sea el mismo y el interés similar, lo confirman. Pero aún va más lejos; la respuesta de un mismo alumno no es idéntica en todas las disciplinas. Esta experiencia
personal es confirmada por sus finas dotes de observación al analizar las diferencias de ingenio existentes entre los distintos pueblos, individuos e incluso a lo largo de las diversas edades del mismo sujeto.
Establecidas estas diferencias, avanza un paso más al afirmar que no se deben a la aplicación del sujeto o a las condiciones pedagógicas del aprendizaje sino a algo consustancial e innato al propio individuo como son las disposiciones naturales del mismo. Por ello el rendimiento en una ciencia depende en gran parte del tipo de ingenio (aptitudes) que posea y que viene determinado por la naturaleza. Por ello concluye que el talento natural, tanto genérico como específico, es el determinante del éxito en el terreno profesional y en el científico.
La siguiente cuestión planteada es analizar donde radican estas diferencias, si en el alma o en el cuerpo. Para Huarte no pueden venir del alma puesto que todas las almas y sus virtualidades son de igual perfección, por ello deduce que el temperamento es el que establece las diferencias entre los individuos. Analiza así los distintos tipos de temperamento para hacerles corresponder con las diversas tipologías mentales, y a ambos con las diversas enseñanzas o profesiones. Parte de las teorías que sobre los temperamentos dominaban en la época, basadas en las cualidades humorales de calor, frialdad, sequedad y humedad. Elimina la frialdad por considerarla negativa respecto del ingenio y las hace corresponderse con las tres facultades: entendimiento, imaginación y memoria. Concluye de este modo en la existencia de ingenios memoriosos por temperamento húmedo, imaginativos por temperamento cálido, intelectivos por temperamento seco. Matizados por las cualidades de especie e intensidad. Clasifica a continuación las ciencias según el tipo de ingenio; con la memoria, gramática, latín y cualquier otra lengua; la teórica de la jurisprudencia; teología positiva; cosmografía y aritmética. Con el entendimiento, teología escolástica; la teoría de la medicina; la dialéctica; la filosofía natural y moral; la práctica de la jurisprudencia, que llaman abogacía. De la imaginativa nacen la poesía, elocuencia, música, saber predicar etc.
Sentadas las bases teóricas que conforman su psicología diferencial y con ellas las de la Orientación Profesional subsiguiente, centra su atención en exponer la aplicación práctica de las mismas; entra de lleno, de esta forma, en el campo de la Orientación y Selección Profesional. Propone dos tipos de medidas: eugenésicas y pedagógicas.
Establecido que los ingenios radican en los humores temperamentales y por lo tanto en la constitución biológica, propugna la mejora de las condiciones hereditarias de las personas para, de esta forma, influir en los ingenios de las mismas. Por ello estima procedente que se estudien los matrimonios, pues cada temperamento masculino exige un temperamento femenino determinado para conseguir que los frutos reúnan las mejores aptitudes. Él mismo describe con precisión, en su obra, las características que deben reunir estos matrimonios para que sean equilibrados. Sus conclusiones van aún más lejos al defender la generación deliberada de varones en lugar de mujeres y la de grandes ingenios. No debe extrañar este planteamiento desde su perspectiva, pues ingenios y sexos estaban íntimamente unidos a los temperamentos, que no eran otra cosa que combinaciones de humores y cualidades.
Esta vertiente eugenésica se completa con la pedagógica.
Considera que existen tres tipos de ingenios que requieren diferentes conductas del maestro: Ingenios cuya docilidad a las enseñanzas es absoluta por carecer de rigor mental y ser incapaces de juzgar personalmente el valor de la ciencia que se les imparte; por ello necesitan y dependen totalmente del maestro. Otros aceptan fácilmente las enseñanzas porque comprenden los conceptos explicados y tienen en el maestro un guía necesario. Finalmente existen aquellos que son capaces de ser instruidos por la misma realidad, captan las relaciones existentes y no necesitan de la ayuda del profesor. La conclusión a que llega es que la instrucción está condicionada por el tipo de ingenio y por la edad del sujeto discente.
Se plantea así la necesidad de que la sociedad aproveche al máximo las aptitudes de cada individuo y lo oriente, de acuerdo con las mismas, al estudio o profesión para el que está más capacitado y hace prever un mayor rendimiento. Preconiza pues la Orientación y Selección Profesional.
Estos principios pedagógicos se traducen en un perfil de las funciones del profesor:
Diagnosticar el tipo de ingenio del alumno.
Selección de estudios que convienen a cada alumno.
Dirigir la organización de los estudios.
Función mayeútica. Para Huarte la función del maestro es ante todo despertar, apuntar y suscitar cuestiones.
En suma, el Examen de Ingenios, ofrece un tratado sistemático de psicología diferencial, lo que convierte a J. Huarte en uno de sus fundadores. De igual modo, hay que considerar su contribución decisiva al nacimiento de la Orientación Profesional. Finalmente, El Examen constituye un brillante tratado de pedagogía realista.
Bibliografía
J. Huarte de San Juan, Examen de Ingenios para las Ciencias. Edición comparada de la Príncipe (Baeza, 1575) y Subpríncipe (Baeza, 1594). Prólogo, sumarios, notas y preparación por Rodrigo Sanz (Madrid, 1930). M. Iriarte, El Doctor Huarte de San Juan y su Examen de Ingenios. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Madrid, 1948). A. Galino, Textos Pedagógicos Hispanoamericanos. Iter (Madrid, 1968). E. Mira y López, Manual de Orientación Profesional. Ed Kapelusz (Buenos Aires, 1947). L. Rey Altuna, El Doctor Huarte de San Juan a la luz del Examen de Ingenios. “Príncipe de Viana”, n.º 168, P. 69-70. (Pamplona, 1983). I. Gutiérrez Zuluaga, Historia de la Educación. Iter (Madrid, 1968). F. Watson, Enciclopedia y Diccionario de Educación (Londres, 1921).