HUARTE GOÑI, FÉLIX
HUARTE GOÑI, Félix
(Pamplona, 6.11.1896-12.4.1971). Hijo de Pedro Huarte Erro y Pilar Goñi Iriarte, que habían establecido su hogar en la calle Nueva, primero y en la de Zapatería posteriormente. Su infancia estuvo marcada por la estrechez económica y el prematuro fallecimiento de su madre, si bien la segunda esposa de Pedro Huarte suplió con dignidad aquella ausencia.
Cursó los estudios elementales en las escuelas municipales de San Francisco, becado por el Ayuntamiento, como ocurría con la casi totalidad de los niños que allí acudían. Muchos años después, recordará con emoción aquellas aulas y aquellos maestros, de los que se despidió a los catorce años, para trabajar como meritorio en la Oficina de Proyectos para el futuro ensanche de Pamplona de Ángel Galé. Simultaneó esta actividad con la asistencia a las clases de solfeo y violín, que se impartían en la academia municipal de Música, y acudió hasta los 16 años a la Academia Municipal de Artes y Oficios. Al cerrarse la oficina de Galé se incorporó, como delineante calcador, en una nueva empresa de proyectos, a cuyo frente estaban Raimundo Pajares y Manuel Huici. A los 18 años fue admitido como delineante eventual en la Comandancia de Ingenieros de Pamplona, donde sólo permaneció dos años. Fue entonces cuando rechazó la primera oferta de estabilidad laboral. Se había perfilado ya su carácter, cuyo impulso creador le impidió instalarse en los tranquillos cauces de la Administración. Hacía ya tiempo que había estallado el detonante, como él mismo refirió en más de una ocasión, tras una conversación con su padre. Pedro Huarte, en lo que se podía considerar como una conversación rutinaria y tópica de un padre con un hijo, le echó en cara no haber elegido oficio de mayores posibilidades. Ese día se comprometió consigo mismo a hacer algo, y ese recuerdo le espoleó muchas veces a lo largo de su actividad empresarial.
Tras abandonar la Comandancia, inicia su aprendizaje como constructor en la empresa de Rufino Martinicorena, donde permaneció unos doce años. En esta Compañía llegó a ser encargado general y jefe técnico, y adquirió una madurez plena como constructor de la plaza de toros de Pamplona, que se concluyó en el verano de 1922.
Antes de establecerse, se casó con Adriana Beaumont (11.1.1923), de cuyo matrimonio nacerían cuatro hijos. Probablemente, nunca una mujer intervino tan poco en las actividades profesionales de su marido, y a la vez influyó tanto con su apoyo sereno a que se encauzara aquel empuje, que iba a desbordarse en proyectos, a partir de 1927, año en que se constituye la sociedad regular Huarte y Malumbre, apoyada por el capital de Toribio López.
Tras las primeras obras de Pamplona, pronto se trasladó a Madrid para hacer allí su primera propuesta como empresario, cuyo resultado fue la construcción de la Dirección de Sanidad en la Plaza de España en 1929. Durante la República acometió la construcción de la Facultad de Filosofía y Letras y los Nuevos Ministerios, dos realizaciones que sirven como pruebas de que ya había cuajado todo un proyecto empresarial, que tras el paréntesis de la guerra civil iba a desarrollarse de manera impresionante; tanto, que las obras emprendidas por Félix Huarte forman un largo capítulo de la historia de la arquitectura en España.
A la vez que Félix Huarte se consolidaba como constructor, su espíritu emprendedor se adentraba por los senderos de la industria. Aquel taller auxiliar de la construcción, que había surgido casi al mismo tiempo que la sociedad Huarte y Malumbres, se convirtió en la década de los cincuenta en una factoría metalúrgica y de mecánica de precisión. En el barrio de San Juan de Pamplona levantó las naves de IMENASA, y en aquellas dependencias dio albergue también a una iniciativa pequeña, pero decisiva y pionera en su época como fue la escuela de formación profesional. Y es que Félix Huarte a la vez que colaboraba, como empresario, a la capitalización de Navarra de cara a su despegue industrial, creó unas estructuras humanas, sin las cuales al capital le hubiera sido muy difícil hacer industria en el Viejo Reino.
En los años cincuenta Félix Huarte impulsó la creación de un grupo importantísimo, entre cuyas empresas hay que destacar a Papelera Navarra S. A., Perfil en Frío S. A., Construcciones Metálicas Ligeras, Tornillera Fina S. A., INASA etc. Así mismo, participaba en varios consejos de sociedades de ámbito nacional, cuya enumeración compondría una larga lista. Y fue también en la década de los cincuenta, cuando hizo realidad uno de sus grandes sueños, al transformar aquellos pedregales del término municipal de Puente la Reina en una finca modelo, como es el Señorío de Sarría.
En plena madurez, es elegido concejal del Ayuntamiento de Pamplona, requisito que exigía la legislación para poder presentarse a las elecciones de la Diputación Foral de Navarra. En 1964, en efecto, sale elegido por la Merindad de Pamplona, y ocupa el puesto de vicepresidente por ser el diputado de más edad. Félix Huarte fue un empresario metido en la política, a la que nunca se acostumbró. Fue entonces cuando quiso realizar, ahora desde la Administración, todo aquello que había hecho en la vida privada, en favor de quien había constituido una de sus mayores pasiones: Navarra. Sin su navarrismo no se explican muchas de sus actuaciones privadas y públicas. Largos serían los capítulos de esta nueva etapa, tales como el Plan de industrialización, la creación del Tribunal Administrativo o la concentración escolar, en los que no pocas veces tuvo que superar las resistencias tradicionales de un letargo secular.
Fue procurador en Cortes en representación de la Diputación de Navarra entre 1964 y 1971. También desempeñó, entre otros, el cargo de Presidente de la Caja de Ahorros de Navarra, Vocal del Consejo técnico Asesor del Patronato Alonso de Herrera del C.S.I.C., consejero de la Unión Eléctrica Madrileña y miembro del Consejo de Patronos para los Centros de Estudios Civiles de la Universidad de Navarra. Nombrado a título póstumo (30, abril, 1971), hijo predilecto de Navarra, una plaza de Pamplona lleva su nombre.