HEMINGWAY, ERNEST
HEMINGWAY, Ernest
(Oak Park, Illinois, 21.7.1899 – Ketchum, Idaho, 2.7.1961). Periodista y escritor norteamericano, Premio Nóbel de Literatura 1954, divulgador de los Sanfermines con una novela, “Fiesta” (“The sun also rises”, 1926).
Hemingway comenzó su carrera de reportero antes de la Primera Guerra Mundial, en el “Kansas City Star”. Durante la contienda fue conductor de una ambulancia de Cruz Roja, adscrito al frente italiano. El 8 de julio de 1918 cayó herido de gravedad en Piave. Se recuperó en Milán y condecorado volvió a EEUU. Trabajó en Chicago y en Michigan y viajó a Europa como corresponsal del “Toronto Star” (1921). Durante cinco años cubrió informaciones en Francia, Italia, España, Alemania, Grecia y Austria, donde pasó temporadas invernales. En París, su residencia principal, encontró a los miembros de la “Generación perdida”; de ellos, Gertrude Stein fue la que más le influyó y orientó, le hizo ver que sus dotes literarias le harían triunfar en la novela y no en la poesía o narración corta, géneros en los que se encuadran sus primeros títulos, Three Stories and Ten Poems (1923), In Our Time (1925).
Fue también G. Stein quien le señaló España y la fiesta de los toros. Hemingway cruzó la península, de Algeciras a los Pirineos, en 1921, en su viaje a Europa. Dos años más tarde, en 1923, vio la primera corrida de toros, en la feria de San Isidro de Madrid. Regresó a París y quiso recoger más material taurino. Stein -admiradora de Joselito y amiga entonces de Belmonte- le recomendó los Sanfermines. The sun also rises, vertida al castellano como Fiesta, fue su primer gran éxito. Le siguieron The torrents of spring (1926), remedo del Dark Laughter de Sherwood Anderson; Men without women (1927) y Winner take nothing (1933), colecciones de relatos breves. A farewell to arms (1929)(El adiós a las armas) reforzó su fama de novelista. En 1932 dio a las prensas Muerte en la tarde, compendio de sus vivencias taurinas. Las verdes colinas de Africa (1935) revive sus experiencias de cazador en Tanganika (1933-1934), donde enfermó de disentería y hubo de sufrir larga hospitalización. To have or have not (1937), sobre el submundo social de Key West, Florida, lugar en que estableció su casa en 1931, cierra sus obras de la década. En 1940 trasladó su residencia a Cuba.
En 1937 vino como corresponsal de prensa a la guerra civil española, a cuyo ejército republicano había enviado el año anterior 40.000 dólares con destino a los servicios sanitarios. Entró por Barcelona, asistió a la batalla de Brihuega, fue a Madrid, rodó La tierra española, que proyectó en la Casa Blanca para el presidente Roosvelt, y presenció las acciones de Belchite, Teruel y del Ebro. En noviembre del 38 se fue. En marzo del año siguiente comenzó a redactar Por quién doblan las campanas (1940), considerada su mejor novela. Un año más tarde había vendido un millón de ejemplares y la obra había recibido ataques de ambos bandos, en especial de los comunistas.
El viejo y el mar (1952), novela corta centrada en un pescador cubano, es una pieza maestra que le mereció el Premio Pulitzer (1953) e influyó con fuerza en la concesión del Nóbel.
Hemingway, que había perdido la cabeza e intentado repetidas veces el suicidio, se disparó finalmente su escopeta preferida.
Pamplona y los Sanfermines fueron en los últimos años de su vida una obsesión. El tenía plena conciencia de que la fama internacional de las fiestas debía mucho a su novela, leída con avidez en las décadas de 1930 y 1940 en que fue conocida como la biblia de la Generación perdida, es decir la de entre guerras, escurrida de esperanza y de dogmas, ávida de aventuras y de riesgos dramáticos.
Hemingway vino a los Sanfermines nueve años (1923, 1924, 1925, 1926, 1927, 1929, 1931, 1953 y 1959). Conoció la ciudad sin fiestas en una ocasión (1956), de paso para Logroño. En 1923 llegó con Hardley Richardson, su primera esposa el 6 de julio, cuando en la Plaza del Castillo estallaban los fuegos artificiales. No le gustó el hotel y durmieron en Eslava, 5.
Se levantaron al encierro, que vieron en la Plaza de Toros, todos los días. Por culpa del tiempo sólo hubo tres corridas. En octubre publicó en su semanario canadiense un largo reportaje, Pamplona en julio, en que afirma: “Según mis noticias, fuimos los únicos individuos de habla inglesa en Pamplona durante la feria del pasado julio”.
En 1924 llegaron también el 6. Se alojó en el Hotel Quintana, con cuyo dueño, Juanito Quintana, le habría de unir profunda amistad de por vida. En Pamplona se encontró con siete amigos, uno de ellos John Dos Passos. Se levantaron a los encierros y corrió en dos, los días 7 y 8, y participó en las “vaquillas”, una de las cuales le cogió el segundo día. Heminway se agarró a las astas y fue multado. El día 14 de julio viajaron a Burguete y de allí al Irati. La pesca fue buena y desde entonces Hemingway unió los nombres del pueblo y del río al de la capital.
En 1925 vinieron el 27 de junio. Pasó cinco días en el Irati, con cesta corta. El día 7 corrió el encierro. El 13 viajaron a Madrid, donde comenzó a escribir Fiesta. Terminó el borrador el 21 de septiembre en París. Luego lo revisó y concluyó el 26 de abril siguiente. Sometió el original a su amigo Scott Fitzgerald, que le aconsejó descargar los capítulos iniciales. Salió a la luz en octubre de 1926. A los Sanfermines de ese año vino con su mujer, Hardley, y Paulina Pfeiffer, corresponsal de “Vogue” en París, con la que se casó al año siguiente. Corrió un encierro.
En 1927, con Paulina Pfeiffer y ya aupado por el éxito internacional de su novela, Hemingway conoció unas fiestas distintas. Practicó la gastronomía típica y se mostró más pródigo. En 1929 viajó con su mujer en coche desde París, y de Pamplona se fue a Montroig, a visitar a Joan Miró. En 1931 vinieron de París. En 1953 entró por Behobia con Mary Weish, su cuarta mujer. (Se divorció de Paulina Pfeiffer en 1940; en 1941 se casó con Marta Gellhorn, a la que conoció en Madrid durante la guerra y de la que se divorció en 1945; un año después contrajo matrimonio con Mary Weish, periodista.) Se alojó en Lecumberri. Todos los días venía al encierro que veía en a Plaza desde la balaustrada exterior de los palcos. Asistió a la procesión y rezó ante San Fermín.
Los últimos sanfermines, en 1959, fueron, según repetía, los más felices: “Ahora mismo, con la mano en el pecho, no cambio Pamplona por Chicago.” El Ayuntamiento le tributó un pequeño homenaje durante una corrida, a la que llegó tarde.
Fiesta amalgama vivencias de los tres primeros Sanfermines vividos por Hemingway, aunque las de 1925 dominan la segunda parte de la novela; confunde las Vísperas y Riau-Riau con la procesión del santo y funde una y otras; fantasea el funeral de un mozo muerto en el encierro, Esteban Domeño, el año 24; pero junto a errores y novelerías, Fiesta ofrece descripciones agudas, precisas, insuperables, que han quedado como tópicos. Y si bien la novela es primeriza y el mismo autor la veía así, es un buen ejemplo del estilo de Hemingway, sucinto, rápido y lúcido, de diálogos breves y realistas y de descripciones coloreadas y vigorosas.
El ayuntamiento de Pamplona quiso honrar y agradecer a Hemingway con el monumento de Luis Sanguino, en el Paseo dedicado al escritor, junto a la Plaza de Toros. El monumento consta de un bloque tosco de piedra encima, en bronce, el busto del novelista, que parece acodado sobre la barrera del coso. Se inauguró el 6 de julio de. 1968, después del cohete sanferminero; asistió la viuda, Mary Welsh.
Bibliografía
C. Baker, Ernest Heminway. A life story. Scribner´s Sons. NY 1969; J.M. Iribarren, Heminway y los Sanfermines, Ed. Gómez (Pamplona, 1970).