GOYA Y MUNIÁIN, JOSÉ
GOYA Y MUNIÁIN, José
(Azanza, 9.7.1756 – Sevilla, 20.3.1807). Traductor, humanista. Nació en el seno de una familia profundamente cristiana. Un maestro eminente, Martín de Erro, le enseñó Latín y Retórica en Andoain y Vergara. Cursó Filosofía en el convento de San Francisco de Pamplona (1771-1773) y Derecho Civil y Canónico en la universidad de Zaragoza. Allí se graduó de bachiller en Leyes (1778), y de bachiller, licenciado y doctor en Cánones en Valencia (1780), donde trabó amistad con Gregorio Mayans y Siscar. A pesar de haber abrazado el estado eclesiástico (1773), nunca estudió Teología de una manera sistemática. Su formación tuvo un tinte marcadamente humanístico y jurídico. Con ella se abrió paso en la vida.
Llegó a Madrid el 17 diciembre 1780 e ingresó pronto en la Real Academia de Sagrados Cánones, Liturgia y Disciplina Eclesiástica de San Isidoro. Fracasado unos meses más tarde en sus oposiciones a doctoral de Burgo de Osma, puso sus miras en la Real Biblioteca. A tal fin se inició en el aprendizaje del griego. En marzo de 1784 fue admitido en la Biblioteca en el último grado del escalafón. Para agradar a su director, Francisco Pérez Bayer, que le había abierto las puertas, estudió más a fondo el griego, y llegó a ser uno de los mejores helenistas de España, y comenzó a traducir al castellano las Guerras de las Galias, de César. Tres años más tarde la versión estaba lista para la imprenta, pero no se publicó hasta 1798. Está considerada como una de las mejores traducciones castellanas. Para el año 1970 se habían tirado 17 ediciones. Como recompensa, Goya ascendió a oficial primero de la Real Biblioteca.
En 1790 compuso un Diálogo para enseñar a su hermano mayor la manera de santificarse en medio de los quehaceres domésticos. En 1791 tradujo una obra titulada Exercicio, de naturaleza y paradero desconocidos.
En 1793 presentó el plan de una colección de documentos sobre los Hechos de los españoles en el concilio de Trento, que no prosperó. En 1794 gestionó la impresión, por cuenta de la Real Biblioteca, del pequeño Catecismo de San pedro Canisio en latín, griego y castellano, y la Poética de Aristóteles, traducidos por él; pero sus ilusiones no se realizaron hasta 1798, en que vieron la luz pública, en lujosas ediciones, el Catecismo, la Poética y las Guerras de las Galias.
Entretanto había obtenido ejecutorial de hidalguía y se había jubilado de bibliotecario para ingresar en la Rota española en calidad de auditor (1797). Carlos IV le dio una canonjía en Sevilla (1801). En un momento crítico para la “constitución” del reino navarro, la Diputación recurrió a la amistad de Goya con Godoy y la tormenta se disipó por algún tiempo (1801). Dos años después gran parte del clero diocesano y el ayuntamiento de Pamplona solicitaron su promoción a la silla de San Fermín, pero un terremoto político lo alejó de la corte y le obligó a retirarse a su canonicato de Sevilla, donde falleció. Dejó la mitad de sus bienes a la casa de Niños Expósitos de Pamplona. Su selecta biblioteca, con una impresionante colección de Constitucioens Sinodales, quedó dispersa.
Bibliografía
J. Goñi Gaztambide, Las Memorias de don José Goya y Muniain en “Homenaje a D. José Esteban Uranga” (Pamplona 1971) 441-471; El Diálogo de José Goya y Muniain, “Príncipe de Viana” 32 (1971) 77-115.