GONZÁLEZ RUIZ, ANTONIO
GONZÁLEZ RUIZ, Antonio
(Corella, 21.7.1711 – Madrid, 1.4.1788). Pintor, hijo de Manuel González Crespo, pintor corellano de segunda fila, y de su segunda esposa Isabel Ruiz. Comenzó sus estudios de pintura con su hermanastro, Matías González y Mateo (1689-1765), artista vinculado al foco aragonés, de escasa ambición y mediocre obra. La muerte prematura de sus padres, cuando contaba dieciséis años, determina su traslado a Madrid, donde continúa sus estudios con el pintor francés Miguel Ángel Houasse. En 1732, regresa a Corella, constando documentalmente su otorgación de poder notarial a favor de su hermano Matías, para que éste se encargue del cobro de ciertas cantidades que se le adeudan por la realización de diferentes cuadros: dicha diligencia es practicada por el pintor como preparativo de su viaje de aprendizaje al extranjero. Por espacio de cinco años, González Ruiz, consciente de la importancia que para un artista entrañaba el conocimiento de la obra de los grandes maestros, reside y estudia, siempre con sus propios medios, primero en París, en cuya academia es premiado dos veces en 1734, trasladándose posteriormente a Roma y Nápoles. Regresó en 1737 a Madrid, continuando sus estudios en la academia del escultor italiano Juan Domingo Olivieri. El paso por esta privilegiada academia (protegida por el Secretario Universal del Rey Felipe V, el Marqués de Villarias), resulta trascendental en la carrera ascendente del pintor, dada la vinculación que dicha academia mantenía con la Corte y el interés manifiesto del monarca de crear una academia única, que actuase como canal centralizador y regulador de las artes plásticas. Antes de finalizar la década de los treinta, contrae matrimonio con Antonia Palomino y Oropesa, hija del grabador de Cámara Juan Bernabé Palomino. En 1739, recibió Antonio su primer encargo real, ostentando en 1744 el título de Pintor de Su Majestad.
El 13.7.1744, un Decreto de Felipe V, crea la Junta Preparatoria para proceder al estudio y estructuración de la futura Real Academia de Nobles Artes; cinco días más tarde, en la casa de Olivieri, se celebra la primera reunión de la Junta, en ella son designados los seis profesores directores de las tres secciones, arquitectura, escultura y pintura, siendo los de esta última, el francés Van Loo y Antonio González Ruiz. En esta misma reunión, cada uno de los Maestros Directores se compromete a realizar una obra alegórica de la fundación de la academia. En 1746, entrega Antonio González Ruiz su cuadro en el que representa la “Alegoría de la fundación de la Academia”, siendo el único de los maestros que realiza la obra acordada. El 8.4.1751, el Rey Fernando VI, aprueba los Estatutos confeccionados por la Junta Preparatoria, que serán la base que regulará el funcionamiento de la academia. Tras esto, el 12.4.1752, se promulga el Real Decreto de constitución de la Real Academia, que en honor del Monarca se denomina de San Fernando. Como directores honorarios quedaban: Dumandre, Juan de Villanueva, Sacchetti y Carlier. Directores en pintura, Van Loo y Antonio González Ruiz; en escultura Olivieri y Castro; en arquitectura, Ventura Rodríguez y José Hermosilla y en grabado, Juan Bernabé Palomino y Tomás Francisco Prieto. Es interesante hacer constar que, de todos los Directores de las distintas secciones, el único que permaneció hasta el final de su vida en dicho cargo, fue González Ruiz, consagrando treinta y seis años de su vida a esta institución.
En 1756, tras realizar el retrato y alegoría de Fernando VI, encargado por la academia, es nombrado en agosto, Pintor de Cámara de Su Majestad, percibiendo por dicho cargo, un sueldo de doce mil reales al año. Esta alta distinción, se ve acrecentada si cabe, al ser un español el elegido de entre el abundante número de creadores extranjeros, para ostentar dicho cargo meritorio, dentro de un ambiente cada vez más enriquecido culturalmente, donde “las luces” aumentan por la existencia de hombres como Feijoo y la protección de una Monarquía ambiciosa e inteligente.
Su entrada al servicio regio, le lleva junto con Andrés de la Calleja, a confeccionar un abundante número de cartones para ser tejidos en la Real Fábrica de Santa Bárbara, destinados a la ornamentación del cuarto de la Reina, el gabinete-tocador, la Pieza de comer y los dormitorios del Palacio Real de San Lorenzo de El Escorial y la sala de conversación del Rey en el Palacio del Pardo.
La carrera honorífica de González Ruiz alcanza la cima en 1760, cuando el 17 de mayo, el Secretario de la Real Academia de San Fernando don Ignacio de Hermosilla, le entrega la medalla de oro con la efigie de Su Majestad, concedida por la Corporación como la muestra más significativa “de la muy singular estimación” que se le profesa. Siguiendo esta línea de reconocimientos y honores, el 1.5.1768, la Academia de. San Carlos de Valencia, le nombra junto con Palomino, Académicos de Mérito. No es de extrañar que, al acabar Ventura Rodríguez, el trienio de dirección, en votación celebrada el 23 de diciembre de 1768, salga elegido González Ruiz Director General de la Real Academia de San Fernando, lo que ocasionó un fuerte altercado con Antonio Rafael Mengs, que vio frustradas sus aspiraciones, lo cual hizo que se alejara de la academia, en la que sólo ostentaba un cargo honorífico. Antes de finalizar su período de dirección, el 9.1.1771, la Junta le adjudica uno de los tres diplomas de socio de la Academia de San Petesburgo, que habían sido remitidos por la Emperatriz de Rusia.
Poco se conoce de su vida familiar, de su matrimonio con Antonia Palomino, nacen dos hijos: Fernando Guillermo y Marta Ignacia que se casará con el grabador Francisco Muntaner. A pesar de los honores y de los altos cargos ostentados por González Ruiz, la situación económica de la familia roza la estrechez endémica, lo que le fuerza numerosas veces a solicitar ayudas a la Corona, situación que no mejora con su muerte, quedando su viuda en tal situación de penuria que para subsanarla el rey Carlos III, le concede una pensión de cuatro mil reales anuales. Esta paradoja, en la que el brillo social esconde una realidad más sombría, no es algo excepcional, afectando a otros artistas, algunos tan loados como Mengs, que muere en 1799 en Roma, abatido por la enfermedad y la pobreza, o el español Paret.
Los últimos años de su vida vienen marcados por las dificultades económicas y un constante laborar centrado en la alternancia de su actividad en la academia y los modelos para tapices que junto con Goya, Bayeu y Sala se ejecutaban para la decoración del Palacio del Pardo. El 1.4.1788, muere en Madrid, y fue enterrado en la iglesia parroquial de San Andrés.