GIGANTES Y CABEZUDOS, COMPARSA DE
GIGANTES Y CABEZUDOS, Comparsa de
Conjunto de personas participantes en una representación folklórica arraigada en Navarra y en otras regiones, cuyo origen no está determinado, aun cuando se le relaciona con la expulsión de moros y judíos a finales de la Edad Media.
Formada por un grupo de gigantes, portadores, cabezudos*, kilikis* y zaldikos* (caballos), la comparsa desfila bailando en días señalados, por las calles de ciudades y pueblos, generalmente por delante de procesiones y festejos religiosos. Su simbología es confusa; hay quien piensa que los gigantes representan a los reyes y poderosos de la tierra, rindiendo vasallaje a Dios, y los enanos o cabezudos a la idolatría y a seres infernales que huyen de él; para otros explica el paganismo y los vicios vencidos por el Cristianismo y su marcha al frente de las procesiones simboliza la huida delante del Santísimo Sacramento; y algunos ven en ellos la encarnación de fuertes y débiles humillados ante la omnipotencia del Señor.
Dos de los componentes, los kilikis y zaldikos, se asemejan a los bufones del desfile regio, si bien su misión no es la de divertir a la realeza de cartón y plástico sino deslumbrar y asustar con sus botanas* a los súbditos (espectadores).
Entre las Comparsas de Gigantes y Cabezudos más representativas figuran las de Pamplona, Tafalla, Tudela, Aoiz, Sangüesa, Estella, Los Arcos, Irurtzun, Villava, Huarte, Burlada, Puente la Reina, Lumbier, Falces, Olite, Elizondo, Villafranca, Vera de Bidasoa, Corella, Peralta, Carcastillo, Cascante, Cortes, Monteagudo y Mendavia.
Uno de los primeros gigantones que se recuerda en Navarra aparece en los montes de Lantz, asustando a los coterráneos hasta que consiguieron atraparlo. Previo juicio, Miel-Otxin* fue sentenciado a muerte; condenado al desprecio popular, escobazo, tiro y finalmente arrojado a las llamas.
Aunque algún texto novelado habla de la existencia en Pamplona en 1276 de los gigantones Pero-Suciales, Mari-Suciales y Jucef-Lucurari, las primeras fuentes documentales aparecen en la segunda década del siglo XVI. Existen numerosas referencias a partir de 1600, en que se pagaron a Miguel de Burlada y sus consortes cuarenta reales “por andar con los gigantes el día del bienaventurado señor San RoC, a regocijar su fiesta por toda la ciudad”. En 1632 había ocho gigantes, tan deteriorados, que se precisó la intervención del pintor Alonso de Logroño y Bega. En 1650 un incendio los destruyó en parte y en 1657 quedaban ocho gigantes y dos gigantillas construidos por Francisco de Azpillaga. En el siglo XVIII se perdió en la ciudad la costumbre de sacar los gigantes hasta el punto de que en 1789 (Real Orden de Carlos III) se consideró su presencia una irreverencia inadmisible y desaparecieron; en 1813 resucitaron de su ostracismo los seis gigantes, propiedad de la catedral, que actuaron hasta 1860. Este año el ayuntamiento de la ciudad encargó a Tadeo Amorena la construcción de ocho gigantes que representaron cuatro continentes o razas (blanca, amarilla, mora-negro-africana y la indo-americana); en la última década del siglo XIX, Félix Flores creó cinco cabezudos. Los personajes principales, posteriormente restaurados, miden entre 3,85 y 3,90 m de altura que con el portador dentro alcanzan los 4,20 m. y sus pesos oscilan entre los 59 kg. de la reina europea y los 66,5 kg. del rey africano, el Negro.
En torno a 1614, en Tudela, el platero Felipe Terrén tuvo la ocurrencia de hacer cabezotas de cartón sostenidas por bastidores de madera y recubiertas con telas. Los viejos gigantes aguantaron al menos hasta 1930 siendo sustituidos más tarde por otros, una pareja de los Reyes Católicos y otra de Marco Antonio y Cleopatra. Los cuatro personajes fueron reemplazados en 1986 por otros cuatro, dos de ellos (Sancho el Fuerte y Juan de Labrit) cedidos al municipio por la Orden del Volatín, y los otros dos (Catalina de Foix y doña Sancha) encargados por el ayuntamiento con un coste de 700.000 pesetas.
Tudela viene siendo desde 1974 punto de concentración de los gigantes de toda Navarra. La Gigantada tiene lugar el 26 de julio, con motivo de la festividad de Santa Ana, y está organizada por la Orden del Volatín. En 1986 se reunieron un total de 49 figuras, procedentes de una veintena de pueblos, algunos de los cuales han recibido un cabezudo conmemorativo de su participación.
La ciudad de Estella posee una comparsa compuesta por cuatro gigantes (Juan II de Aragón, Blanca de Navarra, y dos reyes moros) construidos por el zaragozano Bartolomé Domingo, junto con 8 kilikis y 3 zaldikos, con un presupuesto de 1.800 pesetas. Datan de 1905 si bien el ayuntamiento acordó la creación de unas copias de los gigantes que fueron presentadas en 1988, con un presupuesto de casi dos millones de pesetas.
En Tafalla, el Rey, La Reina, el Negro y el Chino, más cuatro cabezudos y dos zaldikos fueron adquiridos por el ayuntamiento en 1919 a una casa de Madrid por 1.823 pesetas. En 1981, mediante suscripción popular, el ayuntamiento adquirió una nueva pareja, la China y la Negra, a razón de 35.000 pesetas cada una. Los gigantes miden unos 3,50 m de alto y pesan alrededor de 38 kg; como peculiaridad sus brazos son articulados, lo que da a sus bailes una gracia singular. Durante la República, los reyes fueron despojados de sus coronas, volviendo a recuperarlas en 1939. El 15 de agosto de 1978, la Orden del Volatín de Tudela regaló a la comparsa tafallesa, como es su costumbre, el cabezudo Mejanero.
La iniciativa de una cuadrilla de mozos de Sangüesa dotó a la ciudad, en 1917, de su primera comparsa, vestida en la sastrería de Demetrio Navallas. En 1919 la corporación, presidida por Isaac Samitier, adquirió una pareja (el Rey y la Reina viejos) y los cabezudos Pocaboina y el Calvo, por algo más de 600 pesetas. De 1931 a 1936 los gigantes hacían salida especial el 14 de abril y no lo hicieron entre 1936 y 1938. La renovación de la comparsa llegó en 1953, en que se compraron el Rey y la Reina indios por 3.250 pesetas y los cabezudos el Negro y la Cucaracha por 1.000 pesetas. El 12 de julio de 1959 la comparsa participó en un festival de la Institución Cunas, obteniendo el segundo premio, por detrás de Pamplona. En 1962 se adquirieron los cabezudos Napoleón y el Payaso, en sustitución de los anteriores. En 1979 se integró en la comparsa el cabezudo Bardenero, donado por la Orden del Volatín, tras su participación en la Gigantada. En 1980 el ayuntamiento acordó la construcción de unas copias.