GARCÍA ÍÑIGUEZ
GARCÍA ÍÑIGUEZ
Caudillo que dirigió el núcleo pamplonés (851 u 852 – ca. 882), considerado tradicionalmente como su segundo rey. Primogénito de Iñigo Arista, dirigió el ejército pamplonés durante la década del 840-850 a causa de la enfermedad de su padre. Imprimió a su gobierno personal una orientación nueva que cambió el panorama de sus relaciones exteriores. Al convertirse el caudillo Banu Qasi Musa ibn Musa en gobernador del valle del Ebro y fiel aliado del emir de Córdoba (ca. 852 – 860), el caudillo pamplonés rompió la tradicional alianza con esta familia y buscó la de Ordoño I de Asturias, la de Francia (embajada a Carlos el Calvo en la asamblea de Verberie, 850) y la del condado de Aragón. Se formó así un bloque cristiano que se opuso desde entonces a los musulmanes, marcando tímidamente los inicios de un proceso reconquistador a partir de los núcleos pirenaicos. Estas líneas generales, que definen todo el gobierno de García Iñiguez, no impidieron sin embargo el apoyo a los Banu Qasi en su última década, buscando un debilitamiento del poder cordobés en el valle del Ebro.
La victoria de Musa sobre Ordoño I en Albelda (851) inició los enfrentamientos. El apoyo de los monarcas de Asturias y Pamplona a los mozárabes sublevados en Toledo se saldó con su derrota en el río Guadacelete a manos del emir y de Musa (854). A estos reveses vino a sumarse la invasión normanda, cuyo recorrido según las fuentes árabes remontó el Ebro hasta Pamplona, aunque parece más lógico pensar en una penetración a través del Bidasoa. García Iñiguez fue apresado por los normandos y tuvo que pagar una cuantiosa suma en monedas de oro para recuperar su libertad (859). Aprovechando su prisión, Musa atacó sus dominios, lo cual motivó un contraataque asturiano en apoyo del caudillo pamplonés. En Clavijo, Ordoño I desbarató completamente a Musa (859) y los pamploneses iniciaron pequeñas operaciones de reconquista, apoderándose de Falces, Murillo el Fruto y Caparroso. La debilidad de Musa hizo necesaria una aceifa de castigo dirigida por el emir Muhammad I en persona, que recuperó esas plazas y capturó a Fortún Garcés, primogénito de García (860).
La postración de los Banu Qasi, algunos de los cuales fueron conducidos a Córdoba como rehenes, la propia cautividad de Fortún y el interés del emir hacia otros núcleos cristianos hicieron que la tranquilidad predominara en la década del 860-870. En ella, se consolidó la alianza con Asturias a la que había contribuido poco antes el matrimonio de Leodegundia, hija de Ordoño I, con un príncipe pamplonés, probablemente el propio García. A su vez, al final de la década el nuevo monarca asturleonés, Alfonso III, tomó como esposa a la pamplonesa Jimena.
El apoyo prestado por García Iñiguez a la sublevación de los hijos de Musa en todo el valle del Ebro (diciembre 871) reabrió el enfrentamiento con Córdoba, a cuyo emir se opusieron el caudillo pamplonés, los Banu Qasi y los asturleoneses. Persistía el bloque cristiano creado a mediados de siglo, al que se sumaba transitoriamente la familia de los Banu Qasi. El emir Muhammad I envió varias expediciones de castigo (873, 874, 878 ú 879), pero en general se limitaron a saquear los alrededores de Pamplona y devastar sus cosechas.
Tuvo cuatro hijos: el heredero Fortún Garcés, Sancho Garcés, Onneca Garcés, casada con el conde aragonés Aznar Galindez II, y Velasquita, casada con un hijo de Musa llamado Mutarrif.
Bibliografía
J M. Lacarra, Historia política del reino de Navarra desde sus orígenes hasta su incorporación a Castilla, Vol 1 (Pamplona, 1972). A Cañada, Los Banu Qasi (714 – 924), “Príncipe de Viana”, 41 (1980), 5-95.