MIÑANO Y LAS CASAS, ANDRÉS
MIÑANO Y LAS CASAS, Andrés
(Corella, 19.9.1756 – alta mar, 1811). Debió de estudiar Leyes en Valladolid, a donde pasó con sus padres. Casó con Margarita de Bedoya y Morrondo (1775), unión de la que nació Sebastián Miñano y Bedoya (1779-1845), académico de la Historia y autor de Lamentos políticos de un pobrecito holgazán (1820) del Diccionario geográfico y estadístico de España y Portugal (1826-8). Miñano Las Casas fue juez subdelegado del Real Canal de Campos y corregidor de Becerril de Campos (1786), lugar de su esposa, y de Trujillo (1791), nombrado por el rey, pese a no ir en la terna propuesta por la Cámara de Castilla. En Trujillo alojó a los reyes en el viaje a Andalucía: la estancia duró del 9 al 11 de enero de 1796. No aceptó un puesto judicial en Canarias y estaba en Sevilla con su hijo cuando estalló la guerra de la Independencia. Miñano formó parte de la Junta Suprema y se encargó de la Administración de Correos, alistamiento de tropas, requisa de caballos y de las relaciones con Castaños. Con éste fue a Madrid, después de la batalla de Bailén, en la diputación del Ejército de Andalucía. En 1810 obtuvo una pensión de 4.000 pesos y pasó a La Habana. Tras un incidente protocolario con el gobernador de la isla, las Cortes le suprimieron la pensión. Miñano, amargado y resentido, publicó Representación hecha al Congreso de las Cortes Generales y Extraordinarias de España e Indias (La Habana, 1811) y se embarcó para Cádiz. Por el testamento de su mujer sabemos que murió “en el navío en que regresaba de La Habana”.
Miñano era un ilustrado, como lo demuestra su acción pública -Becerril le debe el empedrado de su plaza- y sus escritos. En Trujillo redactó una Memoria a Godoy, fechada el 8.2.1796, que tras una introducción sobre la necesidad de simplificar la legislación, desarrolla tres reflexiones: sobre la carrera de corregidor, sobre las haciendas de las comunidades religiosas y sobre los mayorazgos. La pieza, ejemplo de la crítica político-económica del momento, más pródiga en denuncias que en soluciones, trasluce las inquietudes de un corregidor sepultado en un lugar de escasa renta. Cuando ya había dejado el cargo político, intentó en la Corte el teatro y estrenó (9.12.1802) El gusto del día, pieza en prosa que leyó antes a Moratín y que, según consignó Jovellanos en sus “Diarios”, es “mejor para leída que para representada”. La obra conoció dos ediciones (Madrid, 1802; Valencia, 1802, ésta con un discurso preliminar) y es una sátira y ataque a Misantropía y arrepentimiento de Kotzebue (1788) que gozaba de éxito en los escenarios madrileños. Miñano se muestra como un neoclásico sin fisuras, para el que el teatro debe tener un fin docente del pueblo, iletrado en gran parte. El mismo móvil debió de incitarle a traducir del francés Historia de los niños célebres (tres tomos, Madrid, 1800) y de emprender la edición, prohibida por el rey, de El Diario de los espectáculos (1804), que aportaba una Lista de las obras de que piensan valerse los editores, con treinta y cinco títulos.
Bibliografía
Claude Morange, Semblanza de un corregidor de Becerril de Campos, Andrés de Miñano y Las Casas (1756-1811), TTM, 44 (1980), 55-163.