INQUISIDOR Y REFORMADOR
INQUISIDOR Y REFORMADOR
De igual modo que a sus diversas senescalías de Francia, los monarcas capetos de Navarra (1276-1328) enviaron a este reino con cierta frecuencia y, por lo menos, una vez al comienzo de cada reinado, “inquisidores y reformadores del estado del reino”. Solían ser clérigos y caballeros de la máxima confianza del soberano, que formaban equipo, entre dos y siete miembros, y llegaban dotados de elevadas atribuciones, incluida la de sustituir o suspender en sus funciones al gobernador; esto último solía suceder en general al comienzo de un reinado con el gobernador designado por el monarca anterior. En todo caso, sus facultades no eran inferiores a las del gobernador, con el cual coexisten y suscriben órdenes conjuntamente. De ocurrir la sustitución, el nuevo gobernador solía ser uno de los reformadores.
Comúnmente, la actuación de cada equipo de inquisidores no se prolongaba más de uno o dos años, pero no era raro, en cambio, que algunos formaran parte de estas comisiones en diversas ocasiones, incluso bajo distintos soberanos, que aprovechaban así su experiencia. También Felipe II de Evreux envió a Navarra (1340) una comisión de tres “inquisidores” que destituyeron y multaron a algunos funcionarios. Carlos II nombró “reformadores” en dos ocasiones (1350 y 1372), pero sólo para la “Tierra de Allenpuertos”, es decir, las tierras de Cisa, Mixa y Ostabares. A comienzos de su reinado, Carlos III designó a Fernando de Huarte, tesorero de la catedral de Pamplona, Pascual Pérez de Olleta, chantre, y Pascual Moza “comisarios para sentenciar et pronunciar et determinar sobre todos los delitos et excessos que por los sus oficiales et otros maltechores del su regno avian seydo et serian cometidos, perpetrados et fechos”. Pero esta comisión no tuvo el mismo alcance que las anteriores, pues el soberano residía ahora en el propio reino.